Todos nos dejamos subyugar por las calificaciones que hacen las tres empresas más importantes a la hora de calificar el riesgo que alcanzan los bonos del tesoro de un país determinado. Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch se ocupan de meternos el susto en el cuerpo día sí y día no. Las tres son americanas y tienen su sede en New York. Su trabajo consiste en hacer una valoración del riesgo que supone la inversión en deuda pública emitida por distintos países y en los valores puestos en el mercado por determinadas empresas. Sus informes tienen una gran influencia en los mercados bursátiles y, por ende, en las economías de una gran cantidad de países.
Existen muchos debates en torno a la fiabilidad de los informes y calificaciones emitidas por el citado trío. Está claro que el sistema que utilizan no es totalmente objetivo. Algunos expertos afirman que sólo son opiniones, que en algunos casos pueden estar orientadas. ¿Cómo nos podemos fiar de unas agencias que no fueron capaces de predecir la crisis financiera que comenzó en el año 2008, tras las hipotecas basura que engrosaron las cuentas bancarias en Estados Unidos? ¿Cómo es posible que Moody’s, Standard & Poor’s y Fitch certificasen la solvencia del banco de inversión Lehman Brothers pocos días antes de que se produjese su quiebra? ¿En dónde está su fiabilidad? ¿Qué algoritmos utilizan para elaborar sus informes? ¿Prima la subjetividad sobre la objetividad?
En el año 2011 la Comisión Europea aprobó una serie de medidas con el fin de filtrar los informes de las agencias. Se llegó a plantear la prohibición de publicar informes sobre países sometidos a una crisis, pero la pretensión no fructificó. Crear una agencia europea de calificación tampoco sería factible dicen algunos, ya que sus informes tampoco serían objetivos, favorecerían a los países y empresas que la financiasen.
Si la conclusión es que los informes de dichas agencias no son fiables, ¿por qué les hacemos caso? ¿Cómo es posible que los mercados se muevan al ritmo que les marcan unas agencias que hacen valoraciones que no tienen ninguna base científica? ¿Deberían los medios de comunicación ignorar sus informes? Lo que está claro es que no se les puede dar el valor que no tienen.