Fue en el año 1934 cuando el físico italiano Enrico Fermi centraba sus trabajos en conseguir isótopos de elementos pesados utilizando diferentes partículas de núcleos de número atómico elevado. Fue el principio de lo que se conoce como fisión nuclear.
Otros científicos, inspirados en los experimentos de Fermi, los repitieron con el fin de comprobar las propiedades del nuevo elemento surgido, el conocido como uranio X. Otto Hahn, en colaboración con Lise Meitner, repitió multitud de veces el experimento de Fermi.
Los resultados se consideraron sorprendentes: las propiedades del núcleo formado coincidían con las de un isótopo del bario, un elemento de número atómico notablemente inferior al uranio. La única explicación fue que al bombardear un núcleo de uranio con un neutrón no se obtenía un núcleo de mayor tamaño sino todo lo contrario, el núcleo original se dividía en dos más pequeños. Así se explicó la fisión nuclear.
Sobre el Proyecto Manhattan
Eran épocas de convulsión a nivel mundial que traerían como consecuencia el surgimiento de la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de ello, la publicación de los trabajos experimentales realizados por Otto Hahn y Lise Meitner, sirvieron para que diversos científicos los aprovechasen para construir el arma, hasta ese momento, más conocida y de mayores consecuencias destructivas.
Franklin D. Roosevelt era en esos momentos el presidente de Estados Unidos. Los citados científicos le advirtieron de la importancia que dicha arma podría tener en la guerra. El presidente norteamericano ordenó la creación de un grupo de trabajo, en el que participarían los mejores científicos del momento, con el fin de crear la bomba atómica, antes de que lo hiciese Hitler. Así surgió el Proyecto Manhattan.
La construcción de la bomba atómica
Había que construir un reactor nuclear en el que se realizase una reacción en cadena controlada. Esta reacción debía contener la cantidad suficiente de plutonio 239. Pesadas y ajustadas maquinarias servirían de soporte. Todo ello se realizaría en total secreto.
Hubo momentos en que el proyecto quedó paralizado, en ocasiones por cuestiones sin importancia, como podría ser una huelga de fontaneros, pero todo se solucionó, hasta llegar a su fin. El 5 de julio de 1945, a las 5:30 de la mañana, en el desierto de Alamo Gordo, en el estado de Nevada, estallaba la primera bomba atómica.
Conclusión
El presidente de Estados Unidos en esos momentos, Harry S. Truman, recibió un telegrama, con cierto carácter irónico, confirmando la explosión: «El navegante italiano acaba de desembarcar en el Nuevo Mundo. Los indígenas son amistosos«.
Fuente: He obtenido la información para escribir este artículo del libro La energía del átomo, escrito por Manuel Acero e Ildefonso Irún.