No es nada nuevo, a pesar de que en parte nos lo recordó hace ya más de cuatro años la revista Observer, de la Association for Psychological Science de Estados Unidos, que publicase que sumergirse en un paisaje en el que el verde predomina sobre otros colores y el aire se tiñe de luz y olores naturales es bueno para el ser humano. Ya sabíamos que cuando abrazamos la Naturaleza, cuando nos fundimos con la tierra, la hierba, los árboles y el agua, nuestro espíritu se colma de bienestar. Desaparece la irritabilidad, perdemos la agresividad, nos sentimos felices y relajados.
La sabiduría de nuestros ancestros
Todo ello está relacionado, según cuentan en la citada revista, con nuestros ancestros. Ellos vivían en perfecta armonía con la naturaleza. Seguro que en ellos la paz interior aderezaba su discurrir, formaba parte de su vida. Los que durante un periodo, más o menos largo, nos confundimos con la tierra y los elementos que la conforman, vemos que nuestra capacidad de atención aumenta. Si hemos sufrido un accidente nos recuperamos mejor y más rápidamente entre árboles que encerrados en una habitación. La Naturaleza es vida y nos ayuda a vivir.
Sólo importa el dinero
A pesar de ello, de todo lo bueno que es vivir en armonía con la Naturaleza, de fundirnos con la tierra, la hierba, los árboles, el agua, de respirar el aire puro, son (¿somos?) muchos los que sólo tienen una preocupación, conseguir dinero, mucho dinero. Y unos cuantos lo hacen sin preocuparles los métodos empleados para conseguirlo, no les importa dejar tumbadas en el camino a otras personas, dejarlas sin lo esencial para vivir. Está claro que los métodos utilizados para ello les anclarán al remordimiento. La paz está reñida con esas actuaciones. ¿Volveremos todos algún día al pasado, a vivir unidos a la madre Tierra?