El mercurio es el líquido más pesado que existe. Un litro de este material, en condiciones normales de presión y temperatura, tiene un peso de 13,6 kg. Han sido muchos los que han alarmado a la población sobre los peligros que para la salud supone esta sustancia. Ello trajo consigo que algunos aparatos o dispositivos, como los termómetros clínicos, cambiasen su estructura y funcionamiento y, en consecuencia, eliminasen el mercurio como componente fundamental. Y no fueron los únicos.
El mercurio en si no encierra ningún riesgo, no es tóxico, pero uno de sus derivados, el metilmercurio, si que es muy peligroso para nuestra salud. El metilmercurio se forma en la sedimentación marina de los residuos de mercurio. Las algas absorben esta sustancia, los peces se alimentan de las algas y nosotros, los humanos, comemos pescado. Cuando el metilmercurio llega al organismo humano provocará graves alteraciones, al depositarse en los tejidos, que puede ocasionar la muerte.
En la historia reciente se conoce el caso de Minamata, una población de la isla japonesa de Kiu-Shiu, en donde entre los años 1951 y 1960 fallecieron varias personas, alrededor de 45, que se alimentaban fundamentalmente de pescado. Se supo que el origen del mal que provocó las muertes fue el mercurio, vertido en la bahía por parte de algunas fábricas, que produjo la contaminación explicada en el párrafo anterior.
A raíz de la conocida como enfermedad de Minamata, se tomaron medidas a nivel mundial con el fin de que el mercurio no fuese utilizado como componente de diferentes productos y dispositivos así como en distintas aplicaciones. Aunque hoy existen métodos para eliminar el mercurio en los vertidos, no siempre se utilizan. Si se utilizasen estos métodos o procesos, el mercurio podría seguir empleándose sin problemas.