Es la conclusión a la que llegaron los responsables de un estudio del Centro en la vida cotidiana de las familias (CELF), llevado a cabo entre 2001 y 2005, sobre la acumulación de objetos que hacemos hoy en nuestros hogares, muchos de ellos innecesarios.
Los autores del trabajo de investigación dicen lo siguiente: «Desde hace más de 40.000 años intelectualmente los humanos modernos han poblado el planeta, pero nunca antes una sociedad acumulaba tantas posesiones personales«.
Sobre el estudio
El Centro de UCLA desentrañó la vida cotidiana de treinta y dos familias de Los Angeles y publicó los resultados en un libro titulado La vida en el hogar del siglo XXI. Las familias abrieron las puertas de sus casas a los investigadores para que se encontrasen con una gran cantidad de posesiones y de espacios, así como una enorme variedad de muebles, que sirven como escenarios del cotidiano devenir, y que dicen mucho sobre como estamos en el mundo y sobre lo que somos en la sociedad.
Aunque el estudio se ha centrado en Los Angeles, los resultados se pueden extrapolar a la mayoría de los hogares de clase media, en todos los países del mundo. Compramos objetos, los colocamos en un mueble o en una habitación, y compramos más de lo mismo. Acumulamos peluches, libros que no leemos, prendas de ropa que no nos ponemos o que ya no utilizamos, teléfonos móviles que están pasados de moda, así como múltiples fotos familiares, DVDs, televisores, figuras de adorno de todo tipo… Un largo etcétera de productos, muchos de ellos metidos en cajas desordenadas y otros apilados en el trastero.
A tener en cuenta
En algunos garajes de casas unifamiliares no se pueden aparcar los coches (la foto de arriba es una muestra de ello), hay que dejarlos en la calle, porque hay demasiadas cajas con objetos inútiles. Ya dijo el cómico, actor y figura de la contracultura George Carlin: «Una casa es sólo un montón de cosas con una tapa sobre el mismo«. Formamos parte de la cultura del desorden.
Familias de diferentes niveles económicos y culturales, con ocupaciones dispares, abrieron sus puertas a los investigadores, para que fotografiasen y filmasen espacios, para que tomasen nota de todo lo que se acumulaba en habitaciones y estancias. Fueron muchas horas ocupadas en la recopilación de datos, de entrevistas con las familias. El resultado se ha plasmado en la obra que citamos más arriba. En ella también se profundiza en los significados psicológicos y sociales de nuestra obsesión por la posesión.
Fuente
Hemos encontrado la información para escribir este artículo en UCLA Magazine. Aunque los resultados del estudio se publicaron en el año 2012, siguen vigentes.