Son varios los autores que coinciden en que el primer reclamo publicitario conocido figura en un papiro egipcio, encontrado en Tebas, cuya antigüedad se remonta a casi tres mil años y que se conserva en el Museo Británico de Londres. En él se lee lo siguiente:
«Habiendo huido el esclavo Shem de su patrono Hapu, el tejedor, éste invita a todos los buenos ciudadanos de Tebas a encontrarle. Es un hitita, de cinco pies de alto, de robusta complexión y ojos castaños. Se ofrece media pieza de oro a quien dé información acerca de su paradero. A quien lo devuelva a la tienda de Hapu, el tejedor, donde se tejen las más bellas telas al gusto de cada uno, se le entregará una pieza entera de oro«.
Es la frase donde se tejen las más bellas telas al gusto de cada uno la que dio lugar a que en este escrito se entreviera una incipiente forma de publicidad.
Origen de la publicidad en Grecia
En Grecia, siglos después, aparecieron los primeros soportes publicitarios. Se trataba de unos paralelepípedos (axones) hechos de madera pintada de blanco en los que se inscribió el código de leyes impuesto por Solón tras las graves destrucciones que sufrió Atenas con ocasión de la batalla de Salamina contra los persas (480 a. de C.). También proceden de aquella época los kyrbos, cilindros de madera en los que se incluía todo tipo de comunicados.
Origen de la publicidad en Roma
En Roma, por su parte, surgieron los alba y los libelli. Los primeros, alba, eran tablones de anuncios permanentes, en tanto que los segundos, papiros que se adosaban a los muros, cumplían, en cierta forma, la función actual del cartel. Ambos soportes se utilizaban preferentemente para insertar en ellos los avisos oficiales, pero también recogían anuncios de venta de esclavos, de espectáculos, así como de alquileres de casas y objetos encontrados.
La publicidad en la Edad Media
Hubo que esperar hasta la Edad Media para descubrir una nueva técnica que permitiera difundir diversas informaciones, algunas publicitarias, simultáneamente en varios lugares. Esta técnica consistía en grabar los manuscritos en planchas de madera, lo que permitía obtener, tras entintarlas, cierto número de reproducciones en pergamino.
Estos grabados, muy utilizados por la Iglesia, se colocaban, entre otros lugares, a la entrada de los templos los domingos y los días de boda o bautizo y, en general, siempre que el pueblo llano se reunía en el lugar. Esta técnica persistió hasta que se produjo el gran invento que revolucionó el mundo de la comunicación: la imprenta de tipos móviles.
La imprenta de tipos móviles
Con ella, la publicidad, y especialmente la difusión de los escritos, comienza a despegarse de su prehistoria y a encontrar su lugar. Porque, hasta entonces, tanto en Egipto como en Grecia o Roma, la publicidad no existía como elemento autónomo. Y sólo la posibilidad de difundir masivamente los mensajes, junto con el crecimiento de las nuevas urbes, propició el nacimiento de la publicidad como medio de comunicación masiva.
Así, ante la necesidad de informar al público acerca de los productos que llegaban y sobre las ofertas especiales o los servicios que podían obtenerse, las iniciativas en el campo publicitario se multiplicaron una tras otra. A partir del siglo XVII y hasta nuestros días, la publicidad ha experimentado un desarrollo ininterrumpido. Hoy la publicidad es un hecho cotidiano con el que nos hemos habituado a vivir.
Fuente: El mundo de la publicidad. Escrito por Miguel A. Furones y publicado en el año 1980 en Temas Clave de Aula Abierta Salvat.