Sabemos que hay unas cuantas personas que tienen notables ganas de dormir a distintas horas del día, cuando la noche aún está lejana. Aunque lo normal es que cuando el sol se oculta, se nos abre la boca y estemos deseando tirarnos sobre la cama, no es muy frecuente que eso ocurra a las doce del mediodía o a media tarde.
¿Por qué sentimos somnolencia? Las ganas de dormir están reguladas por una especie de reloj que reside en nuestro cerebro. Un grupo de investigadores del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, han realizado estudios con ratones mutantes que están somnolientos durante todo el día. Han descubierto que existe un grupo de proteínas que están ligadas a este proceso. Para ello han analizado también lo que ocurre con ratones normales,
En estas proteínas, en los ratones normales, se acumulan unos productos químicos, unos grupos de fosfatos que sirven para averiguar el tiempo que ha transcurrido desde que los animales han dormido por última vez. Cuanto mayor sea la cantidad de este grupo de fosfatos más tiempo permanecen dormidos los ratones. Durante el tiempo de sueño los fosfatos se eliminan, y el reloj cerebral se pone a cero.
Al estudiar a los ratones, se descubrió que estas proteínas se encuentran sobre todo en las sinapsis cerebrales, esas zonas neuronales que se ocupan de transmitir los mensajes. Según Qinghua Liu, directora del estudio, «cuando estamos despiertos, nuestras sinapsis se activan activamente, por lo que las proteínas sinápticas están en la mejor posición para controlar la duración y la riqueza de nuestra experiencia de vigilia«.
Este descubrimiento servirá, aplicado a los humanos, para elaborar nuevos medicamentos que sirvan para regular el sueño. Así, por ejemplo, si se añaden los citados grupos de fosfatos a las proteínas que regulan el sueño, sería posible luchar contra el insomnio.
Las personas que duermen menos tiempo que la mayoría poseen la capacidad de añadir menos grupos de fosfatos a las proteínas que regulan el sueño. Ello les permite permanecer más horas despiertas. Cuando están dormidas eliminan los susodichos fosfatos de manera más rápida que el resto de los mortales.
Fuente: New Scientist