Las azafatas son esas señoritas que, dentro del avión, atienden las demandas de los pasajeros. También se llaman azafatas las mujeres que en un congreso, o reunión similar, reciben a los visitantes, los acomodan y les resuelven dudas. En lo que viene a continuación nos referimos a las primeras, las que para muchos tienen la obligación de atender a los usuarios del aparato volador, con una sonrisa de oreja a oreja.
No sé si lo que viene a continuación ocurrió o no, de lo que no hay duda es de que puede haber ocurrido en cualquier aeropuerto o en cualquier vuelo, nacional o internacional. El (o la) que nos lo cuenta seguro que es una gran admirador de estas chicas.
PRIMERA:
Le dice un cliente a una azafata, después de una discusión, que le está resultando una persona muy desagradable. Y le contesta la tía: Sin embargo, usted a mí me parece una bellísima persona, pero podemos estar los dos equivocados.
SEGUNDA:
Después de un pollo monumental por overbooking, le dice el cliente a una azafata de mostrador: Señorita, ¡no sabe usted con quién está hablando! Se vuelve la tía a su compañera y le dice: Mira, ¡otro gilipollas que no sabe ni cómo se llama!
TERCERA:
Macho ibérico haciéndose el gallito con la azafata delante de los amigotes: Señorita, por el precio que he pagado por este billete ¿puedo tocarle el culo? Ella, muy digna y sin inmutarse, le dice: Déjeme que lo vea. Y empieza a mirar el billete hoja por hoja. Cuando acaba le dice: Pues no, pero por este precio tiene derecho a que le dé por culo el comandante.
CUARTA (opino que es la mejor):
– ¡Señorita, este vino sabe a polla!
– Es imposible, señor, en Iberia sólo servimos vinos de excelente calidad. Debe ser que le está repitiendo algo que haya comido antes.