Cada vez cuidamos menos las formas de comunicación. No respetamos una serie de reglas que sirven para que los que reciben información puedan captarla perfectamente. En la calle, en la televisión, en la escuela, en la universidad, en los debates políticos, o en un simple discurso informativo o aclaratorio, el hablante no puede dejar de cuidar las formas de expresión, recurriendo a la ambigüedad, y, en consecuencia, transmitiendo un mensaje erróneo. Todos los que hablan en público deben respetar las formas de comunicación y, si no poseen los conocimientos adecuados, preocuparse en adquirirlos.
Podemos observar cómo los lingüistas, los sociólogos, los psicólogos y los especialistas en etnografía, se han ido interesando cada vez más con el uso del lenguaje humano en determinadas situaciones sociales.
Las diferentes comunidades lingüisticas están constituidas por personas que utilizan una misma lengua y un conjunto de normas que regulan su forma de hablar. Estas normas son las que los permiten establecer mensajes en los que incluyen las diferentes actividades que realizan en sus actividades diarias.
Elementos del hablar
Son fundamentales como elementos del hablar, según Dell Hathaway Hymes, una serie de puntos básicos que conforman cada unidad estructural. Marcan el hablar como actividad de interacción social. Estos son:
1) La forma del mensaje y sus reglas: cómo se dicen las cosas.
2) El contenido del mensaje: temas, subtemas, temas satélites y cambios de tema.
3) Las coordenadas físicas de tipo espacio-temporal en las que se producen los actos de hablar.
4) El «escenario psicológico». El «escenario» puede ser serio o festivo, por ejemplo, puede haber confianza o casi no existir lazos de confianza y amistad. En este punto es necesario observar la relación idónea o no idónea entre el acto del hablar y el «escenario psicológico».
5) El hablante y el oyente, como elementos mínimos de una relación de diálogo.
6) Los propósitos o fines y, consecuentemente, la adecuación con los resultados.
7) La clave para comprender rectamente el mensaje: la modalidad de intención del hablante, si habla en serio o en broma, por ejemplo. La clave puede encontrarse con una señal no verbal: un guiño de ojos, un gesto…
8) El canal utilizado para la transmisión: lengua oral, miradas, movimientos del cuerpo, silbidos… Hay casos en que un acto puede llevarse a cabo por varios canales simultáneamente, como ocurre, por ejemplo, en el piropo.
9) La variedad lingüística elegida: la lengua estándar, un dialecto o habla local, una jerga, un nivel o registro…
10) Las normas de interacción: es decir, todas las que regulan la interacción: no interrumpir, demostrar atención por lo que el hablante dice…
11) Las normas de interpretación: lo que se dice tiene que estar en función del sistema de creencias de la comunidad o del grupo.
12) Los géneros en que se engloban las diversas unidades mínimas: la plegaria, el poema, el cuento, la lectura, el palique o la carta comercial.
La comunicación no verbal
Además de los elementos de carácter vocal existen otros en los que las palabras no marcan las actuaciones. En esta lista podemos incluir las posturas corporales, los movimientos de la cabeza y de las manos, las miradas, o las expresiones faciales, entre otras posibles.
Todos estos elementos de comunicación no verbal sirven para transmitir información a todos los participantes en una conversación. Los gestos, como sabemos, enriquecen, como añadido, la comunicación verbal, en la que mandan las palabras.
Conclusión
Es evidente que ambos métodos o sistemas de comunicación sirven para la transmisión de mensajes. Los especialistas los denominan elementos lingüisticos y paralingüisticos. Se dice que no más de un 30 o 35 por ciento de las conversaciones están constituidos por palabras.
NOTA: He obtenido parte de la información para escribir este artículo del libro Qué es hablar, escrito por José Manuel Blecua y publicado en Aula Abierta Salvat en el año 1982.