Actualmente existen en la biosfera unos dos millones de especies distintas de plantas y animales. Estas especies no han sido siempre las mismas, pero no hay ninguna razón para creer que en épocas pasadas, por lo menos desde el Primario, fueran menos numerosas. La inestabilidad de la distribución de tierras y mares asegura una ininterrumpida evolución.
Los descubrimientos del fundador de la Paleontogía
Georges Cuvier, fundador de la Paleontología, observó, a principios del siglo XIX, unos episodios en el registro de estratos fósiles en los cuales cambiaba bruscamente el biota: los organismos dominantes se extinguían masivamente, siendo luego sustituidos por una rápida diferenciación paralela de un nuevo grupo de organismos.
Cuvier atribuyó estos cambios a repentinas y violentas catástrofes y subsiguientes creaciones, partiendo de la creencia extendida por entonces de que la Tierra tenía solo unos cuantos miles de años.
Las grandes extinciones
El catastrofismo fue muy debatido y rechazado por los naturalistas de la época, pero actualmente no existe ninguna duda de que ha habido periodos de extinciones simultáneas de grupos enteros de animales, seguidos de otros de aceleración de la evolución, en el sentido de radiaciones adaptativas de nuevos grupos paralelos a los anteriores.
Se ha vuelto a reconsiderar la teoría de las catástrofes, pero, teniendo en cuenta que la Tierra tiene al menos seis mil millones de años, se cree que tales catástrofes han sido graduales. Las extinciones más notables han tenido lugar al final de los períodos Cámbrico y Pérmico (en la Era Primaria), en que fueron eliminados los grupos de animales marinos más difundidos, entre ellos los trilobites (cientos de tipos de trilobites habían poblado las aguas poco profundas de todo el mundo), y al final del Cretácico (último periodo de la Era Secundaria), que marcó la desaparición de los grandes reptiles. Diversas hipótesis han sido formuladas en un intento de explicar tales extinciones.
Sobre las teorías neocatastrofistas
Las teorías neocatastrofistas ponen enfasis, más que en el accidente mismo, en las consecuencias ecológicas derivadas. Se considera que la extinción a finales del Primario se debió a la reducción de hábitats marinos en las plataformas continentales como consecuencia de la deriva continental gue condujo a la reunión de todos los continentes y a la formación de la Pangea.
La extinción del Cretácico, en cambio, se ha intentado explicar hace algunos años como ocasionada por la colisión de nuestro planeta con un asteroide de aproximadamente diez kilómetros de diámetro, atestiguándolo la presencia de iridio en determinados estratos de aquella época. Alrededor de sesenta veces la masa de este objeto fue proyectada a la atmósfera en forma de rocas pulverizadas, formando una nube de polvo que permaneció en la estratosfera. La oscuridad producida, con la consiguiente supresión de la fotosíntesis, pudo suponer la extinción de la mayoría de los grupos vivientes del momento.
Podríamos pensar que, invariablemente, la extinción de especies se produjo en épocas remotas de la historia del planeta y que los restos fósiles son el único vestigio que de aquel proceso nos ha quedado. Sin embarzo, no es necesario remontarse a otras épocas geológicas para constatar el fenómeno de la extinción: en la actualidad somos testigos de tasas de extinciones muy elevadas cuya causa evidente es la difusión progresiva de la especie humana.
Se achaca ya al hombre primitivo la extinción de los grandes mamíferos, cuyo ocaso se sitúa hace unos ocho mil años. Lo que sí está totalmente comprobado es que desde el siglo XVIII, época en que ya casi todos los animales superiores tenían nombre, se han extinguido unas 180 especies entre aves y mamíferos, el 1,4% de las existentes entonces, y que actualmente están en peligro de extinción una de cada cuarenta especies de dichos animales. Las tasas más altas de extinción se han dado en las islas, a causa principalmente de la desnaturalización de la fauna, es decir, la introducción por el hombre de animales de otros lugares con la consiguiente eliminación de las faunas autóctonas.
El hombre y la extinción de especies
Por otra parte, el ataque directo del hombre como cazador, ejerciendo una explotación excesiva o eliminando competidores, ha causado la extinción comprobada de muchas especies. Algunas de ellas eran tan numerosas como la paloma migratoria, que en bandadas de millones de individuos cruzaba el cielo norteamericano,
no ocultando el Sol, que no se pensaba que pudieran desaparecer. Pero se han llevado a cabo tales masacres, que hasta estos animales tan abundantes se extinguieron.
Así, el último nido de paloma migratoria, el ave más común de Norteamérica, de la que se calcularon dos mil millones de individuos en 1810, se avistó a finales de aquel siglo, y el último representante de la especie moría en el zoo de Cincinnati en 1914. Actualmente, la destrucción de los hábitats por deforestación, cultivo, canalización de las aguas, desecación de zonas húmedas y contaminación en general, está adquiriendo mucha importancia como factor de extinción. Además, la reducción del área geográfica de las especies facilita extraordinariamente su extinción.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Ecología. Publicado en el año 1982
Autora: María Rosa Miracle