Es un gesto típico, repetido una y mil veces. No queremos ver lo que tenemos delante o tratamos de impedir el rubor que nos invade. Colocamos las manos sobre la cara, tapando los ojos. Tal vez el terror, el espanto, se dibuja sobre nuestro rostro. Nadie lo puede saber si no las aparta, si no nos obliga a destapar la cara. «Déjame verte, ¿qué escondes?, tienes la cara sucia», es otra posible situación. Nos lo dice la persona que tenemos delante.
Hay otros casos, muchos más. No nos queremos enfrentar a la realidad y nos escondemos tras las manos. Pero, ¿qué hay tras las manos que aparecen en la fotografía, un rostro enrojecido, un gesto de terror, una expresión de angustia? ¿Dónde está la cara y dónde están las manos? Ambos, manos y cara, parecen fundirse en un todo irreal. Fíjate y analiza los detalles, todo es posible. Sólo es cuestión de imaginación.
