El Tema

Las mejores prácticas de silvicultura sostenible en las nuevas tecnologías

La reforestación de árboles es una de las prácticas necesarias para conservar los árboles. Ello contribuirá a que la naturaleza conserve su estado. Para conseguirlo hay que tener en cuenta una serie de acciones. De ello hablamos a continuación.

Las mejores prácticas de silvicultura sostenible en las nuevas tecnologías

Con la llegada de las nuevas tecnologías, la silvicultura se ha convertido en una actividad cada vez más compleja, sin olvidar la necesidad de realizarse de forma sostenible para ayudar en la lucha contra el calentamiento global.

Desde hace ya varios años, el uso de drones y de otras innovaciones tecnológicas, como sensores o mediciones por láser, permite a los propietarios de las masas forestales conocer mejor el bosque en aras de mantenerlo sano, tanto conociendo la fisiología y estado de los árboles como sabiendo en qué momento y lugar se puede realizar una tala controlada o una reforestación de árboles.

El uso de tecnología no sólo está centrado en los árboles propiamente dichos, ya que también sirven para monitorizar y trazar planes efectivos en la lucha contra los incendios forestales, uno de los mayores problemas que puede sufrir un bosque.

El control y conocimiento de la fauna o el suelo son otras actividades que suelen monitorizarse en la gestión forestal, pues diferentes anomalías pueden indicar que el bosque tiene problemas de una índole u otra.

¿Qué es exactamente la silvicultura sostenible?

La silvicultura sostenible, al igual que pasa con la agricultura, busca abastecer al ser humano de los recursos que explota (en el caso de la silvicultura, madera y productos relacionados con ella) de modo que se satisfaga con la demanda necesaria.

Sin embargo, dicha gestión debe realizarse de modo que la salud y condiciones del bosque no se vean afectadas, pensando no solamente en el presente, sino también en el futuro. Este enfoque sostenible también tiene en cuenta al resto de elementos del bosque, como pueden ser la flora y fauna, las masas de agua o el suelo. Dicha sostenibilidad, además, implica proteger al bosque de posibles plagas, incendios o enfermedades.

Para llevar a cabo una gestión sostenible, es necesario adoptar prácticas consideradas de gestión sostenible. Entre ellas podemos encontrar el mantener un nivel suficientemente alto de semillas, ya que sin ellas no sería posible una regeneración correcta del bosque; seleccionar de forma adecuada los ejemplares de árboles a talar, sabiendo que una correcta elección permitirá un correcto desarrollo al resto de ejemplares o proteger la topografía del propio bosque, incluidos sus ríos y otras fuentes de agua, evitando dejar zonas demasiado despobladas que puedan conducir a corrimientos de tierra o talar de forma que el caudal disminuya de forma drástica, lo que afectará a los siguientes árboles.

Prácticas de silvicultura sostenible

Los métodos a utilizar normalmente varían de un bosque a otro, en función del tipo de flora que haya, el entorno geográfico o la cantidad y calidad de los recursos que se quieran obtener.

Como se mencionaba anteriormente, una de las prácticas más sencillas es la de selección de árboles, de manera que se obtenga suficiente madera, pero sin perjudicar la salud general del bosque.  Habitualmente se talan los árboles más viejos y/o se realizan pequeños aclarados, de forma que tanto las semillas que prosperen como el resto de árboles del bosque tengan la posibilidad de crecer de forma más saludable, ya que habrá suficiente espacio como para que las raíces de los árboles puedan aprovechar los recursos del suelo sin tener que competir por el mismo espacio.

Es importante destacar que si el plantado de nuevos árboles es realizado de manera artificial (es decir, por el hombre) deben plantarse especies que no perjudiquen el ecosistema e idealmente puedan proporcionar el tipo y cantidad de madera que se desea. 

Otra práctica de la silvicultura sostenible es la quema controlada. No sólo permite una mejor regeneración del bosque, también puede servir para prevenir incendios forestales, ya que habrá menos “combustible” (restos secos de plantas, árboles muertos, etc.) que pueda ser consumido por el fuego. La limpieza realizada por estos pequeños incendios controlados y de combustión lenta permite a los árboles jóvenes y al resto de vegetación que crece en el suelo prosperar.

Conclusión

Otro punto importante está en el uso que los humanos hacen del bosque durante la explotación forestal. Por un lado, el uso de maquinaria pesada perturba el estado del propio bosque, por lo que es necesario realizar la tala de forma manual o con herramientas que no supongan un deterioro en el ecosistema forestal.

Por otro lado, el impacto medioambiental producto de las construcciones realizadas en el bosque para facilitar la explotación o a la hora de despejar una parte del bosque debe reducirse al mínimo, buscando la mejor manera de facilitar el trabajo conservando el patrimonio natural. En este último punto se incluyen también las carreteras que llevan o atraviesan el bosque, cuya ubicación y construcción debe suponer una alteración lo más pequeña posible del lugar.

No todas las prácticas de silvicultura sostenible son fáciles de aplicar siempre, pero el objetivo principal debe ser siempre el equilibrar el aspecto económico con el aspecto medioambiental a largo plazo.

Fabriciano González

Amante de la informática y de Internet entre otras muchas pasiones. Leo, descifro, interpreto, combino y escribo. Lo hago para seguir viviendo y disfrutando. Trato de dominar el tiempo para que no me esclavice.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.