Las redes sociales, con Twitter a la cabeza, sirven, entre otras cosas, para contar en público lo que solo se debe decir en privado. Eso lo sabemos todos los que las utilizamos día a día y vemos como muchas personas (entre las que no me incluyo), aparentemente respetables por el trabajo (o cargo) que detentan, escriben auténticas barbaridades sin pensar en sus consecuencias.
Según cuentan en The Guardian, Evan Williams, fundador de Twitter, ha contado en una entrevista concedida al programa Today de la BBC, que cree que la victoria de Donald Trump en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos muestra como las redes sociales están atontando al mundo, a una gran cantidad de los que las utilizan y que, tal vez sin saberlo, sufren dependencia de ellas.
Evan Willimans cuenta lo siguiente: «El mayor problema no es que Donald Trump siga utilizando la red social que le llevó a la victoria (aunque lo diga). El problema es la calidad de la información que consumimos, algo que refuerza las creencias peligrosas, aísla a las personas, limita la apertura de la mente y el respeto a la verdad». Y dice también: «Citando los tuits de Trump o citando la última estupidez que ha dicho un político es una manera efectiva de explotar los instintos más básicos de las personas. Esta práctica está atontando al mundo».
Aunque ha tomado como modelo a Donald Trump, no es el único que utiliza Twitter para responder a las demandas que recibe, o que utiliza, el otrora sistema de micro blogging, para emitir sus críticas y, también, insultos, existen muchas personas que hacen lo mismo. En España podemos encontrar notables ejemplos. Algunos dicen lo que no deben para, posteriormente, tras las críticas recibidas, desmentirse.
Evan Williams explica también que el acceso a la información no nos convierte en más inteligentes. El estar en desacuerdo con lo que ocurre y con lo que otros dicen o hacen no nos permiten insultar y mentir. ¿Qué pasaría si las redes sociales desapareciesen? Algunos, tal vez, dejarían a un lado su empacho de tontería.