Cuando Remigio Alvarado murió, sus dos hijos, Alberto y Ramón, heredaron el maravilloso terreno rectangular de 4.000 metros de largo y 2.000 de ancho. El terreno tenía una productiva plantación de manzanos.
Alberto quería continuar cultivando manzanas para fabricar sidra. Pero su hermano prefería convertir el terreno en una pradería para dar de comer a su cabaña bovina. Decidieron, por tanto, repartirse lo heredado en dos partes iguales. Alberto dispondría de una franja del mismo ancho alrededor de todo el terreno. Ramón se quedaría con el rectángulo central.
¿De qué ancho ha de ser la franja?
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