Los años pasan, nos vamos haciendo mayores y comenzamos a perder los recuerdos. Nos olvidamos de lo de antes y también de lo de hace poco. Nuestra mente se extravía en la búsqueda. La memoria se debilita. Es un síntoma de la demencia, algo muy habitual hoy en día en personas al llegar a una determinada edad. Cada vez vivimos más años y nuestro cerebro se resiente.
Si no se es analfabeto, la capacidad de leer y escribir puede servir para fortalecer la mente y, además, conseguir que la demencia senil no se apodere de nosotros. Los resultados de un reciente estudio, publicados en Neurology, confirman lo que apuntamos.
Jennifer J. Manly, la autora principal del estudio, ha dicho al respecto lo siguiente: «Las personas analfabetas desarrollaron demencia a una edad más temprana que las personas alfabetizadas«.
Los investigadores efectuaron el estudio en el Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de la Universidad de Columbia. Para ello reclutaron a 983 personas con cuatro años o menos de escolaridad, que formaban parte del Proyecto de Envejecimiento Comunitario Washington Heights – Inwood Columbia.
En el grupo había 238 analfabetos. Para averiguarlo se preguntó a los participantes si habían aprendido en algún momento a leer y escribir. La edad media de este grupo era de 78 años. Muchos procedían de zonas rurales de la República Dominicana, y no habían asistido nunca a la escuela, al no ser obligatorio el acceso en su país en esa época.
En el estudio efectuado en Washington Heights, el 35 por ciento del grupo de analfabetos (82 de 238) tenía demencia cuando comenzó el estudio, frente al 18 por ciento (137 de 743) de los participantes alfabetizados. Se produjeron múltiples seguimientos: el intervalo promedio fue de cuatro años, y los datos se recopilaron desde hace 23 años. De las 155 personas analfabetas que no tenían demencia cuando se las examinó por primera vez, el 48 por ciento fueron diagnosticadas con ésta en el seguimiento, mientras que el 27 por ciento de las 609 personas del grupo alfabetizado no estaban libres de demencia.
Los que saben leer y escribir, y obviamente practican la lectura y escritura, obtuvieron puntuaciones más altas en las medidas cognitivas. Otros estudios descubrieron que estas personas poseen más materia gris y otros estados positivos. El riesgo de demencia ligado al analfabetismo es el mismo para hombres y mujeres.
Lo obtenido se agregará a lo positivo que encierra la literatura, a lo largo de la vida de las personas, en la disminución del riesgo de demencia, tal como indica Heather M. Snyder, vicepresidenta de relaciones médicas y científicas de la Asociación de Alzheimer.
Algo que se tendrá en cuenta es la posibilidad de enseñar a leer y a escribir a personas analfabetas de mediana edad. Aunque se recomienda en muchos lugares la realización de juegos mentales, se ha demostrado que lo mejor es leer y escribir algo todos los días.