Mucho se está hablando, últimamente, de cómo de cerca está la llegada de la ansiada inmortalidad. Toda la atención ha sido depositada en el ámbito de la investigación médica y todos esperábamos que fuera ella la que nos sacara de dudas. Sin embargo, parece que ha sido la tecnología la que se ha adelantado ofreciendo una posibilidad que solo era imaginable en las historias de la ciencia ficción: volcar la información de nuestro cerebro en un ordenador.
La noticia ha llegado desde la startup estadounidense Nectome al asegurar que ha desarrollado la tecnología que puede preservar el cerebro intacto el tiempo necesario hasta que pueda descargarse una copia digital del mismo, como si fuera una consciencia. Se trata de una composición química que es capaz de conservar el cerebro para cuando llegue el día en el que exista la tecnología suficiente como para poder recrear las conexiones de nuestro cerebro de forma digital. La empresa asegura que podrá hacerse durante este siglo aunque no especifica cuántos años deberemos esperar para poderlo ver. A pesar de esto, ya ha demostrado que tiene controlado el mecanismo de conservación cerebral al haberlo realizado con éxito con el de un conejo. Este método ya ha sido avalado científicamente al haber sido premiado por la Brain Preservation Foundation.
La compañía ya tiene una lista de personas que, con el depósito de 10.000 dólares, están a la espera de convertir a su cerebro en uno de los primeros en prepararse para ser depositado en un servidor de datos, a no ser que se encuentre un lugar mejor donde continuar su existencia. Estos posibles clientes tienen el derecho de volverse atrás en su decisión, y más conociendo el hecho de que para que la conservación del cerebro se realice con éxito, es necesario que esté ‘fresco’, por lo que hay que cogerlo todavía en vida y practicarle una eutanasia al ‘paciente’. Al respecto, la empresa señala que lo mejor es que el ‘portador’ del cerebro esté en fase terminal de alguna enfermedad para ser conectado a una máquina de bombeo asistido cuando ya esté sedado. De esta forma, será más sencillo hacer llegar los líquidos de embalsamamiento al cerebro, hecho que también llevará la muerte de la persona.
Con este paso dado por la tecnología, no solo hemos avanzado en la búsqueda de la inmortalidad, sino que se ha vuelto a mostrar cómo se están acortando las distancias entre la tecnología y el ser humano en una dirección en la que parece que ambas acabarán por unirse. La evolución de la investigación tecnológica ha llegado a asustar al ser humano presentando avances que podrían volverse en su contra, como los que está trayendo la inteligencia artificial con la creación de robots humanoides que podían desbancar al ser humano en la realización de algunas de sus funciones. Aun así, el ser humano parecía cobijarse en el hecho de que ninguno de sus inventos podría igualar las emociones que puede crear el hombre. Pero al parecer, el fin de esta creencia está cerca, ya que ya existen robots de última generación que presentan emociones como el robot Sophia, el primero con empatía, creatividad y compasión que fue presentado en la Talent Land, la Silicon Valley Mexicana.
Fuente: Authority
Sin embargo, parece que el futuro esté apuntando a que el destino de la tecnología y el ser humano acaben fusionándose. Anterior a la propuesta de Nectome nos encontramos con que un equipo de investigadores de Nissan consiguió creó la tecnología Brain to Vehicle capaz de leer el cerebro humano para anticiparse a sus movimientos y que la conducción del coche se realizara con mayor eficacia. Por ejemplo, podría adelantarse al conductor cuando tomara la decisión de frenar o podría advertirle de un peligro del que no se hubiera dado cuenta mientras coloca el aire acondicionado al gusto del consumidor.
Hacia donde muchas voces están apuntando, y que hemos podido ver con la propuesta de digitalizar nuestro cerebro de Nectome, es a que el ser humano llegue a fusionarse con algunos aspectos de la tecnología para hacerse más fuerte, sobre todo en materia de inteligencia. Se habla de que alcanzaremos la etapa de la Singularidad como el estadio en el que habrá culminado la fusión entre nosotros y la tecnología.
Esta fusión conllevaría que nuestro cerebro biológico aumentaría sus capacidades, ya que las máquinas han demostrado que pueden superarnos en muchos aspectos y que seguirán haciéndolo en el futuro. Solo hay que ver cómo cada vez más, la tecnología ha ido imponiéndose a las capacidades del hombre en diferentes retos. En tan solo un año, de 1996 a 1997, el ordenador Deep Blue pasó de perder ante Kasparov a derrotarlo en el que se denominó como ‘el más espectacular duelo de ajedrez de la historia’. El año pasado, el algoritmo Libratus se proclamó ganador, no solo porque conocía las reglas de las manos del poker a la perfección, sino porque fue superior al ser humano en razonamiento estratégico, saliendo victorioso en todas las partidas del juego de naipes que se jugaron durante 3 semanas. También en 2017, la Inteligencia Artificial de Google, AlphaGo, derrotó por tercera vez al campeón del mundo de este juego de mesa, gracias a que la máquina ha sido desarrollada con un mecanismo que le permite aprender.
Así que, a pesar de que ya está desmitificada la creencia de que el ser humano solo utiliza el 10% de su capacidad cerebral parece que la fusión de nuestro cerebro con el de una máquina ampliaría tanto nuestra capacidad de aprendizaje que, quizá, deberíamos hablar de una nueva evolución de la especie humana. La empresa Nectome ya ha sorprendido con su descubrimiento para conservar intacto el cerebro humano hasta que el avance de la tecnología permita poder reproducirlo de forma digital y así, posiblemente, estaríamos dando los primeros pasos hacia la tan ansiada inmortalidad.