Los microplásticos están ahí formando parte de nuestras vidas, y nada se hace para evitar su presencia. En nuestro devenir diario los utilizamos con frecuencia, jugamos con ellos, los empleamos para construir varios tipos de objetos, enviamos contenidos con ellos como contenedores, y los tiramos en cualquier sitio.
Uno de los peores males que pueden provocar los microplásticos es que se descomponen en partículas de muy pequeño tamaño y se combinan con varios alimentos. Ello trae consigo el que nos los comamos sin darnos cuenta.
La invasión de los microplásticos
Las partículas que surgen de la descomposición de los plásticos pueden adoptar dos formas: microplásticos, si tienen un tamaño aproximado al polen, y los nanoplásticos, cuando su tamaño es similar al de un virus.
Habitualmente penetran en los suministros de agua, los lechos de suelos agrícolas y las cadenas alimentarias naturales y domésticas. Ello trae consigo el que estemos expuestos a su ingestión. Aunque ya hemos hablado en más de una ocasión del tema, sobre todo en Los microplásticos están dañando el agua potable y en En nuestro cuerpo alojamos una gran cantidad de microplásticos, no debemos desdeñar las conclusiones a las que se ha llegado en una reciente investigación.
En un estudio publicado en Nanomedicine: Nanotechnology, Biology and Medicine, los investigadores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Tufts encontraron posibles efectos inflamatorios provocados por las partículas de plástico. Lo descubrieron utilizando organoides intestinales humanos: pequeños paquetes de tejido hechos de una mezcla de células humanas obtenidas de biopsias que imitan la complejidad de un ambiente intestinal real.
A tener en cuenta
Ying Chen, profesor asistente de investigación en ingeniería biomédica en la Universidad de Tufts y coautor principal del estudio, ha dicho lo siguiente:
«Sabemos que las partículas de plástico están en todas partes en el medio ambiente y se han encontrado en los intestinos humanos y en otros lugares, como la sangre, e incluso en el cerebro y la placenta. El uso de organoides nos permite estudiar en detalle los mecanismos de absorción y las posibles vías de la enfermedad de una manera que podría ayudarnos a dar sentido a los resultados variables en la literatura hasta ahora y tener un modelo de análisis más directo para los efectos potenciales de partículas de plástico en humanos«.
En el estudio se utilizaron células madre derivadas de organoides y fueron activadas para que se diferenciaran del resto de las células que se encuentran en la pared intestinal nativa. El objetivo era obtener una proporción de células similar a la del intestino pero cultivadas en un capa plana. Las células tienen funciones diferentes e importantes que incluyen la absorción, la secreción de moco, la producción de hormonas y las respuestas inflamatorias y otras réplicas inmunitarias.
Según el tipo de células, la absorción de partículas es distinta, diferenciándose en el tamaño de las mismas. Las células epiteliales, que normalmente recubren el interior del intestino, se centraban en absorber las nanopartículas más diminutas, mientras que las células mucosas se dedicaban a tomar y transportar micropartículas más grandes al tejido intestinal.
Conclusión
Como punto final de la investigación, David Kaplan, profesor de ingeniería de la familia Stern en Tufts y pionero en ingeniería de tejidos y en el desarrollo de modelos de prueba de laboratorio que imitan tejidos biológicos reales, dijo lo siguiente:
«Los resultados de este estudio sugieren que el uso de organoides de células humanas podría ser un medio eficaz para comprender mejor la toxicidad potencial de los microplásticos y nanoplásticos, y las partículas ambientales en general. Dado que estas pequeñas partículas también pueden ser sumideros o portadores de productos químicos y otros contaminantes en el medio ambiente, esto amplifica el impacto potencial de los estudios«.