Según un informe recogido por Mashable en el año 2012, la mitad de los adolescentes no pueden pasar más de una semana sin sus móviles. Llegan a esta conclusión tras examinar una encuesta realizada a 600 adolescentes estadounidenses de edades comprendidas entre 13 y 17 años. El 36% del grupo afirma que no puede pasar más de 10 minutos sin revisar sus móviles. Podemos extrapolar los resultados, sin temor a equivocarnos, a nuestro país y a otros muchos del mundo occidental. Está claro que los adolescentes no pueden vivir sin sus móviles.
La mayor parte del tiempo lo utilizan en leer y responder mensajes de texto. Aplicaciones como WhatsApp son imprescindibles. De ahí que el 61% de estos muchachos y muchachas digan que este tipo de herramientas son las que más utilizan. No comen, no duermen, no atienden a las personas que les hablan… Un sonido agudo emitido por el teléfono es la señal, y les invita a escribir, a responder o a enviar un nuevo mensaje.
Pero aún hay más, el 37% de los encuestados han confesado que siguen interactuando con su teléfono cuando están sentados en el inodoro, y el 20% lo hacen cuando se encuentran dentro de una iglesia. Antes de acostarse revisan su dispositivo el 73% de los chicos y chicas, y el 72% lo hace justo en el momento de levantarse, antes de comprobar si luce el sol o el día es lluvioso.
Tras haber pasado algo más de tres años, ¿estás de acuerdo en que los adolescentes que conoces confirman estas pautas de comportamiento, que el móvil es para ellos un objeto imprescindible, sin el que no pueden vivir? No sé si lo podrás aplicar a todos los que conoces, pero estoy totalmente seguro de que sí las cumplen una mayoría. Está claro que no es ahora el momento de analizar las consecuencias de estos comportamientos (ni nos consideramos preparados para ello), esa es una cuestión que corresponde a especialistas en psicología y ciencias afines. El tiempo aún dirá, aunque ya ha dicho mucho.