Aunque lo que exponemos a continuación se refiere a un estudio realizado en Estados Unidos, podemos extrapolar los resultados a la mayoría de los países a nivel mundial, incluido el que vivo, España. En los últimos años el 20 por ciento de los adolescentes estadounidenses leen un libro, revista o periódico diariamente, mientras que el 80 por ciento restante solo utilizan Internet para leer y comunicarse con otras personas a través de las redes sociales. El estudio que ha llegado a tales resultados ha sido realizado por la Asociación Estadounidense de Psicología.
Jean M. Twenge, Ph.D., autor del libro iGen y profesor de psicología en la Universidad Estatal de San Diego, ha explicado al respecto: «En comparación con las generaciones anteriores, los adolescentes en la década de 2010 pasaron más tiempo en línea y menos tiempo con los medios tradicionales, como libros, revistas y televisión. El tiempo en medios digitales ha desplazado al que se disfrutaba de un libro o se veía la televisión«.
Según lo que nos cuentan en Psychology of Popular Media Culture, el estudio se llevó a cabo con 50.000 alumnos de los grados que engloban a adolescentes. Se analizaron los resultados de encuestas realizadas entre los años 1976 y 2016. En ellas se ve que entre 2006 y 2016 el uso de Internet se duplicó de una a dos horas por día. El incremento fue uniforme en el conjunto de alumnos, sin importar género, raza y nivel socioeconómico.
El nivel de uso de televisión y de visión de películas también disminuyó, aunque no de manera tan drástica. Lo más sorprendente es la pérdida de lectura. Sobre ello, Twenge ha sido categórico: «Es muy conveniente leer libros y revistas en dispositivos electrónicos como tablets. Ya no hay más que ir al buzón o a la librería, simplemente descargar el número de la revista o el libro y comenzar a leer. Sin embargo, la lectura ha disminuido precipitadamente«.
Es evidente, no hay duda de ello, que lo que hacen los adolescentes y jóvenes es utilizar los programas de mensajería y las redes sociales, desdeñando todo lo demás. El problema no está en la falta de inteligencia, sino en la capacidad de leer textos largos, necesarios para un aprendizaje profundo. ¿Cuál será el futuro? ¿Los adolescentes de hoy y adultos del mañana dispondrán de suficientes conocimientos para enfocar y entender la realidad?