Cuando en nuestro país, y en otros muchos, se implantó la prohibición de fumar en locales públicos, fueron muchos los que se pasaron del cigarrillo tradicional al electrónico (aunque ahora también están prohibidos en muchos de estos locales). Recuerdo que en la ciudad en la que vivo se instalaron unas cuantas tiendas destinadas a la venta de estos cigarrillos. Hoy ya han cerrado la mayoría. Los que probaron estos cigarrillos electrónicos solo fueron capaces de utilizarlos durante algún tiempo. Ahora tienen un motivo más en abandonar su uso, si aún no lo han hecho. Se sabe que algunos aromatizantes utilizados en estos cigarrillos afectan a la función pulmonar.
Ello implica notables riesgos para la salud, y no tiene sentido correrlos. Según un estudio presentado en la Conferencia Internacional de la American Thoracic Society 2018, los cigarrillos electrónicos contienen sustancias químicas, que se encuentran en el humo emitido, que interrumpen el normal funcionamiento del sistema de defensa antibacteriana de los pulmones. Los daños producidos son de alto alcance.
Lo dice el doctor Phillip Clapp, uno de los promotores y directores del estudio: «Nuestros datos sugieren que cuando se usa en cigarrillos electrónicos, el cinamaldehído, como los aldehídos tóxicos en el humo del cigarrillo, interrumpe significativamente la fisiología celular normal de manera que pueden tener implicaciones para el desarrollo y la exacerbación de enfermedades respiratorias. Nuestro hallazgo de que el cinamaldehído afecta la motilidad de los cilios de las vías respiratorias normales es significativo porque demuestra que un agente aromatizante común y seguro en el contexto del uso de cigarrillos electrónicos es capaz de desregular un sistema de defensa antibacteriano crítico en los pulmones«.
Tras los análisis de los aromatizantes se sabe que muchos aditivos alimentarios se han agregado a los cigarrillos electrónicos sin haber efectuado estudios previos. Los doctores que llevaron a cabo los estudios continuaron realizando experiencias al descubrir que estos aromatizantes tienen estructuras químicas similares a las que se encuentran en los cigarrillos tradicionales, los que provocan conocidas toxicidades.
Está claro que si esto es así, el cigarrillo electrónico es tan malo como el tradicional, y que solo los que no tienen fuerza de voluntad para olvidarse de fumar pueden arriesgarse a consumirlo. Si la fuerza de voluntad para dejar el vicio no es suficiente, tendrán que sopesar los riesgos que corren y tomar una decisión tajante: dejar de fumar. Si no hacen, ya saben los riesgos que corren.
Fuente: MedicalXpress