Se sabe que en muchos tratamientos se utilizan píldoras inocuas o inertes como si de auténticos medicamentos se tratase. Los enfermos las toman y se sienten mejor. Siempre se ha dicho que la mejoría se produce porque la persona que las toma cree que son sustancias específicas, diseñadas para contrarrestar su mal o males. Ahora, según ha explicado Ted Kaptchuk de la Harvard Medical School, se ha comprobado que el efecto placebo actúa también positivamente aun sabiendo el enfermo que está tomando píldoras inertes.
Para llegar a esa conclusión, el citado Kaptchuk dirigió una investigación en la que participaron 80 personas con síndrome de intestino irritable. Dos veces al día, 37 de estas personas, ingerían una píldora inerte, que el cuerpo no absorbía, sabiéndolo ellos. El 35 por ciento de las personas que no recibieron ningún tratamiento se sintieron mejor, mientras que en el caso de las que tomaron las píldoras inertes mejoraron el 59 por ciento.
¿Qué pasará si se utiliza el efecto placebo consciente (le vamos a llamar así) en otras enfermedades? Ha dicho Kaptchuck que está claro que no se podría hacer con tumores o infecciones víricas, pero tal vez sería válida para enfermedades como la depresión. ¿Es la mente la que controla el cuerpo? No hay duda que en muchos casos es así, lo que ofrece dudas es que una persona sea capaz de controlar y vencer una enfermedad por sus propios medios.
Visto en NewScientist