Primero fueron los virus, esos programas que llegaban a nuestro ordenador, cuando Internet aún no era lo que es, a través de un diskette que nos había prestado un amigo. La mayoría solo producían pequeños daños. Aún recuerdo aquel que invertía el texto en el popular procesador de DOS WordPerfect.
Pasó el tiempo y los en principio inocentes bichitos se convirtieron, con la conversión de la red en un medio popular, en gusanos y troyanos, capaces de producir males de mayor envergadura.
Y surgió el malware
Y la descendencia siguió creciendo. Nuevas especies surgieron por doquier, como si de un proceso de mutación se tratase. Algunos calificaron a esa basura con el críptico nombre de malware. Ahí caben todos o casi todos, menos los botnets, esos pequeños programas que convierten, después de instalarse, a un ordenador (u otra máquina) en un zombi, un equipo capaz de enviar basura de todo tipo sin que se entere su propietario a otros ordenadores, siempre con fines delictivos.
Los botnets, un peligro
Los botnets envían spam, todo tipo de malware (para robar contraseñas, para que se abran páginas de dudosa reputación, para secuestrar la página de inicio del navegador web) o bloquean sitios webs (y hasta servidores DNS) al enviarles múltiples solicitudes de acceso en cortos periodos de tiempo, conocidos como ataques DDoS. Los botnets se instalan en todos los ordenadores de una red zombi sin que los usuarios se percaten de ello.
Como evitar las infecciones
Para evitar las infecciones hay que respetar unas determinadas reglas. Es siempre recomendable tener instalado un programa antivirus que esté constantemente actualizado y obligarle a que chequee con frecuencia el ordenador. No visitar páginas que entrañen riesgos.
Existen aplicaciones que nos advierten de estos peligros. También es conveniente desconfiar de aquellos mensajes de correo con remitentes desconocidos que nos invitan a pulsar en un determinado enlace para descargar una aplicación o para acceder a una página web. Nunca se debe atender a la invitación.
Siempre que descarguemos una aplicación, y antes de instalarla, debemos obligar a nuestro antivirus a que la examine. En resumen, hay que ser desconfiados, tener mucho cuidado siempre que nos movamos por terrenos resbaladizos. Seamos cautos y precavidos.