Tuvieron su época dorada, sobre todo en España, cuando se prohibió fumar en espacios públicos. Fueron muchas las personas que optaron por pasarse al cigarrillo electrónico. De hecho se abrieron varias tiendas dedicadas a la venta de los mismos y de los productos que los acompañan. Muchas de estas tiendas ya no existen, al menos en la ciudad en la que vivo, ya que los que las consideraban como un notable negocio descubrieron que no era así.
Alguno de los que se dedican a fumar este tipo de cigarrillos tal vez, después de leer lo que exponemos a continuación, se animen a abandonarlos. Según investigaciones recientes, los que se exponen al conocido como vapeo pueden ver afectado su material genético, el ADN, y, como consecuencia de ello, aumentar su riesgo de cáncer.
Hoy se presentarán los resultados de estas investigaciones en la 256ª Reunión y Exposición Nacional de la American Chemical Society (ACS). Romel Dator, Ph.D., quien presenta el trabajo en la reunión, dice lo siguiente: «Los cigarrillos electrónicos son una tendencia popular, pero se desconocen los efectos a largo plazo en la salud. Queremos caracterizar los productos químicos a los que están expuestos los vapeadores, así como cualquier daño que puedan causar en el ADN«.
Introducidos en el mercado en el año 2004, los cigarrillos electrónicos son unos dispositivos portátiles que se ocupan de calentar un líquido, que habitualmente contiene nicotina, que el usuario absorbe en forma de aerosol. El líquido contiene además otros productos con el fin de satisfacer las necesidades de muchos usuarios. Así los hay con sabor a frutas, a chocolate o a dulces, entre otros.
Aunque hay más propensión a adquirir un cáncer si se fuma un cigarrillo tradicional que uno electrónico, ello no significa que éstos sean buenos para la salud. De hecho, ya lo hemos explicado, pueden provocar daños irreparables.
En el estudio realizado se utilizaron a cinco personas que se dedican a fumar cigarrillos electrónicos. Después de estar fumando durante 15 minutos se analizó la saliva de dichas personas con el fin de encontrar sustancias químicas que se sabe que dañan el ADN. Cuatro de los cinco usuarios mostraron daños de este tipo, exactamente relacionados con la exposición a la acroleína. Se encontraron también otros productos que afectan al ADN: formaldehído y metilglioxal.
Los investigadores continuarán ampliando sus estudios, en los que se tratarán de analizar las diferencias entre los aductos de ADN producidos por los cigarrillos electrónicos y los cigarrillos tradicionales. «Todavía no sabemos exactamente qué están haciendo estos dispositivos de cigarrillos electrónicos y qué tipo de efectos pueden tener en la salud, pero nuestros hallazgos sugieren que se justifica una mirada más cercana«, ha dicho Balbo, otro de los implicados en la investigación.
Fuente: MedicalXpress
Imagen obtenida de Flickr. Autora de la misma: Sarah Johnson, editora del blog Black Note