La IA, la Inteligencia Artificial, está de moda. Es raro el día en el que no se publican artículos sobre el tema, sobre todo desde que entró en acción ChatGPT. En el mundo que nos ha tocado vivir es muy difícil eludir la IA. Lo que se aplicó en un principio en ciertas máquinas y en algunas aplicaciones de software, hoy ya trata de sustituir a las personas a la hora de elaborar contenidos.
Desde que John McCarthy en el año 1956 le dió nombre al concepto, esté comenzó a propagarse pero, hay que reconocerlo, a paso lento. El que una máquina o sistema informático trate de imitar y en algún caso superar a la inteligencia humana es algo que plantea dudas.
Alan Turing formuló una pregunta que aún hoy crea desconcierto en científicos: «¿Pueden pensar las máquinas?» Muchos expertos en el tema dicen que la respuesta es no. Indican que las máquinas pueden imitar a los seres humanos y elaborar respuestas basándose en la recopilación de datos que proceden del hombre.
Sobre la Inteligencia Artificial
A la hora de clasificar las formas en que se muestra la IA se pueden considerar tres. Así, la Inteligencia Artificial Limitada, es la más simple, incapaz de imitar la inteligencia humana. Es la que en estos momentos está en vigor.
El segundo lugar lo ocupa la Inteligencia Artificial General, que es capaz de planificar y incrementar sus capacidades. Su parecido con la inteligencia humana es mayor.
En el tercer lugar se encuentra la Inteligencia Artificial Super. Se supone que es capaz de superar la inteligencia humana por sus capacidades. Implementa un sistema de conocimientos sin límites, lo que trae consigo que no se pueda saber lo que es capaz de conseguir.
Hoy estamos utilizando, como ya hemos indicado, la Inteligencia Artificial Limitada, lo que lleva implícito que funcione con la puesta en marcha de acciones programadas. Ello significa que trabaja tal como lo hace el ser humano. Solo depende de la información que se le proporcione para que muestre resultados.
¿Qué peligros presenta la IA?
Aunque puede ser un sistema útil, también puede traer consigo importantes riesgos. Lo que no se puede conseguir es que una máquina escriba un artículo como si de una persona se tratase. Nunca podrá llegar a lo que un escritor muestra tras haber pasado años sometido a diferentes estudios y acumular conocimientos.
La IA también puede basar sus conocimientos en la desinformación. Aunque los humanos también podemos mostrar informaciones erróneas, poseemos la capacidad de corregirlas. Para la IA cualquier dato es considerado como una verdad objetiva.
Conclusión
Está claro que la Inteligencia Artificial debe ser considerada como una herramienta de apoyo, no como un sustituto del ser humano. Si ya has probado el chatbot integrado en Microsoft Bing o la herramienta ChatGPT, habrás comprobado, si te lo tomas con calma, que los resultados presentan en algunos casos notables errores.
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