Siempre han estado ahí y seguirán estando. Contratan servicios y materiales, compran objetos, alquilan pisos y, cuando llega el momento de satisfacer económicamente a los proveedores, se escaquean, retrasan los pagos, se olvidan de que hay muy pocas cosas gratuitas, de que el esfuerzo de los demás hay que pagarlo.
Algunos dirán que en el título de este artículo hay una falta de ortografía. Pero no es así. Aunque todos sabemos que una regla ortográfica dice que siempre se pone «m» delante de «p», no es el caso, porque la palabreja es nueva, al menos para mi. La he oído hoy por primera vez. Se refiere a esos individuos e individuas que, ante la prohibición de fumar en bares y cafeterías, salen a degustar su cigarrillo a la puerta del establecimiento, para que huela a tabaco en la calle. Y algunos lo hacen sin vergüenza, y no lo digo porque se sientan apesadumbrados por el que dirán, sino porque no vuelven a entrar en el establecimiento a pagar la consumición. Se van sin pagar. Forman parte de una nueva especie, los sinpa, que, como hemos visto, proliferan por doquier en otros espacios. Cosas veredes, como diría Sancho.