Están ahí desde hace algunos años. Me refiero a los teléfonos móviles. Está claro que nuestra vida ha cambiado con ellos. Lo vemos todos los días, aquí y allá. Aunque la confinación domiciliaria por culpa del COVID-19 nos lo impida en estos momentos, lo habitual es que nos crucemos en la calle con personas que van inmersas en la pantalla de su smartphone. Lo mismo ocurre si entramos en un bar o en un restaurante, y también en casa.
Nadie lo puede negar. Todos tenemos un teléfono móvil, y no podemos vivir sin él. Lo utilizamos a todas horas, y no precisamente para hacer llamadas, sino para examinar lo que nos acaba de llegar a través de WhatsApp o lo que se está cociendo en las redes sociales, entre otras posibles acciones.
Es evidente que los smartphones han cambiado nuestras vidas en varios aspectos, algunos, para mejorarla, y otros para hacer que vivamos en continua tensión. Opino, y creo que no estoy equivocado, que son más los inconvenientes que los beneficios.
El móvil a todas horas
Hay casos, no excepcionales, en los que algunos, hombres y mujeres, tienen problemas de sueño y de depresión. La nomophobia es evidente, y cada vez incide más en jóvenes y no tan jóvenes.
Son varios los aspectos que alteran nuestra vida por culpa de los teléfonos móviles inteligentes. Está claro que sirven para mantenernos en contacto con amigos, conocidos y familiares, para enterarnos de lo que está ocurriendo en el mundo, o para encontrar el lugar al que queremos llegar, entre otras posibilidades. Pero, al lado de estos valores positivos existen otros negativos, los que nos convierten en dependientes.
No nos deja dormir
Nos vamos a la cama y dejamos el móvil encendido en la mesilla de noche. Oímos el sonido de un mensaje y nos damos la vuelta, cogemos el dispositivo y comprobamos de que va. En algunos casos hasta somos capaces de contestar el mensaje o de compartirlo con nuestros amigos. Está claro que, si esto lo hacemos todas las noches, no seremos capaces de dormir y al día siguiente estaremos agotados.
Falta de comunicación
¿No has visto a una pareja de novios o a un matrimonio sentados en la mesa de un bar sin mirarse, sin hablar, solo pendientes (cada uno) de lo que surge en la pantalla de su móvil? Las consecuencias de esto son, en la mayorías de los casos, negativas para la relación. ¿Qué está haciendo María?, se pregunta él. ¿Con quién estará comunicándose José?, reflexiona ella. Está claro que se está gestando el drama.
Problemas en la relación con los hijos
Sentados en el salón de casa, el padre, la madre y el hijo (o hijos). Cada uno con su móvil entre las manos, ignorándose entre si. Ello, está claro, generará una serie de problemas emocionales en los niños. El cariño no se puede transmitir a través de un dispositivo, se necesita una relación más directa, en la que juegan un importante papel las caricias y los besos. ¿Qué pasará mañana?
Se ignoran todos
Estamos reunidos en la sala, pero nadie habla, todos están centrados en su teléfono móvil. No importa que seamos profesores en un colegio, empleados de una empresa o miembros de una comunidad de propietarios, por citar algunos casos. Se está dando en todos los lugares y circunstancias. Tal vez alguien se esté dirigiendo a los demás, pero nadie le atiende, lo importante es lo que se dibuja en la pantalla del móvil.
La obligación de responder y las frustraciones
¿Y qué pasa si no respondemos a un mensaje que nos acaba de llegar? El emisor tal vez nos proteste y hasta se atreva a hacernos una llamada para hacernos un reproche. ¿Y sí no publicamos en Facebook y/o en Instagram las fotos que acabamos de hacer? Nos sentiremos frustrados.
Incidencia en la salud mental
Está claro que no podemos dejarnos dominar por nuestro teléfono móvil. Nuestra salud mental se verá afectada, nuestro cerebro se negará a evolucionar ya que el móvil nos niega los esfuerzos. Para que vamos a obligar a trabajar a nuestra memoria si siempre podremos buscar en Internet lo que no sabemos. La ignorancia es muy atrevida.
Conclusión
Lo mejor, tal como recomiendan algunos expertos en el tema, es apartar los teléfonos móviles de nuestras vidas. Si no lo hacemos, nos veremos sumidos en la falta de ilusión y perderemos la capacidad de descubrir. Aunque lo mejor es conseguir que el teléfono móvil no nos domine, que seamos nosotros los que lo dominemos a él, utilizándolo solo cuando sea necesario.