En Caracas y en otras muchas ciudades de Venezuela el tráfico está muy mal. Los conductores y los peatones no respetan las normas. La tensión en la que viven, motivada por la falta de seguridad y por un futuro sin esperanza, hacen que las personas muestren su enfado insultando y faltando al respeto a sus vecinos, asiduos o circunstanciales. Cruzar un paso de cebra en algunas calles supone un enorme riesgo.
El alcalde ha puesto en marcha una iniciativa con un fin muy loable: promover el civismo. Para ello ha encargado a un grupo de mimos la vigilancia de lugares de tránsito (que no tráfico como nos han acostumbrado a decir). Sin palabras, sólo con gestos, intentan convencer a los ciudadanos de que deben respetar las normas.
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