Nuestro organismo tiene unas determinadas necesidades energéticas. Los seres vivos precisan de un aporte continuo de energía destinado, fundamentalmente, a tres fines: sufragar el costo energético de la síntesis a partir de elementos más sencillos, de macromoléculas de interés biológico, mantener la distribución y transporte de sustancias a través de la membrana celular, y realizar trabajos mecánicos tales como los que se desarrollan durante la actividad escolar.
En el caso del organismo humano, estas necesidades, cubiertas por principios inmediatos, contenidos en los alimentos, están dadas por la suma de tres componentes: el metabolismo basal, el costo de la actividad física realizada y el llamado efecto dinámico específico o efecto térmico de los alimentos.
Sobre el metabolismo basal
El metabolismo basal se puede definir como el recambio de energía de un individuo en reposo físico y mental, que se encuentra en un ambiente de temperatura agradable entre las doce y dieciséis horas después de haber ingerido alimentos. Se supone que este recambio de energía es el mínimo necesario para el mantenimiento de las funciones vitales indispensables, por lo que también es conocido como metabolismo de mantenimiento.
Del consumo energético total, el debido al metabolismo basal, que en condiciones habituales constituye la fracción mayor, posee una magnitud que no puede ser modificada, ya que depende del tamaño y la composición corporal influenciada por la edad y el sexo, si bien estudios relativamente recientes parecen demostrar que la influencia de estos dos últimos factores se debe principalmente a las diferencias de composición corporal entre los dos sexos y a los cambios que dicha composición experimenta a lo largo del tiempo.
En un hombre joven, la cantidad de energía correspondiente al metabolismo basal viene a ser aproximadamente de una kilocaloría por kilogramo de peso y hora, por lo que, si este joven pesase unos 70 kilogramos, su metabolismo basal supondría un recambio energético de 1,680 kilocalorías por día. Es una cantidad no muy elevada si pensamos que es aproximadamente igual al de una bombilla eléctrica, de las de antes, de 80 watios de potencia.
La actividad física
El costo de la actividad física representa una fracción variable del recambio energético total que depende de la intensidad del trabajo físico realizado. Cualquier actividad de este tipo da lugar a un consumo energético que, en la mayoría de los casos, está muy por encima del metabolismo basal. Así, un atleta corriendo a velocidad máxima puede precisar un cambio energético dieciséis veces superior al medido en condiciones basales estándar.
Dentro de ciertos límites, el recambio energético de un sujeto aumenta linealmente con el tipo de trabajo que desarrolla, lo que permite establecer una clasificación de los distintos tipos de trabajo en función de la necesidad energética de los mismos.
El recambio energético
El efecto dinámico específico es la elevación en el recambio energético que se observa en un individuo después de la ingestión del alimento, y supone aproximadamente un 10 o un 12% del valor energético de la dieta ingerida.
El recambio energético total de un individuo se calcula entonces basándose en una medida aproximada del tiempo empleado en cada una de sus actividades y sumando las diferentes fracciones hasta obtener una cifra que representa el gasto total a lo largo de veinticuatro horas.
Una dieta que proporcione un valor energético mayor del necesario dará lugar a un aumento en el peso corporal, mientras que, a la inversa, una dieta de valor calórico inferior conduce a la larga a una pérdida de peso, ya que el organismo en ese caso obtiene la energía que precisa quemando sus propias reservas, fundamentalmente las que se encuentran depositadas en forma de grasas.
Fuente: Alimentación y nutrición, escrito por Francisco Grande Covián, y publicado en Temas Clave en el año 1981