Aún recuerdo como si fuera ayer aquellos tiempos en que salíamos a tomar una cañas (o vinillos) por bares y cafeterías, como un estado más en nuestras relaciones sociales. Hablábamos de muchas cosas entre sorbo y sorbo. Discutíamos de fútbol y, en ocasiones, criticábamos a los políticos.
El morbo se subía a la silla, y hasta a la mesa, cuando citábamos a aquella chica que nos traía a todos de calle. Algunos contaban el último chiste. Y después de la tercera ronda, a veces llegábamos a la cuarta, nos íbamos para casa felices y contentos, con el cuerpo cansado y el espíritu eufórico.
Los tiempos han cambiado
Ahora ya no es así. Los jóvenes se encuentran en la cafetería, o en el bar, piden una cerveza y cogen el móvil, el teléfono inteligente, y comienzan a mover los dedos, con inusitado nerviosismo, por la pantalla táctil.
La sala se llena de sonidos, mensajes e imágenes repetidas. Facebook, Twitter, WhatsApp, y hasta Instagram, se beben parte del líquido que resbala por el borde de la jarra o del vaso. Se ha sustituido el diálogo presencial por el virtual.
No hay cerveza sin móvil
Un estudio realizado por Madison Market Research en el año 2012, y promovido por Cerveceros de España, ha llegado a la conclusión de que los jóvenes de nuestro país son incapaces de tomarse una cerveza sin el smartphone.
En la mayoría de los casos vigilan las actualizaciones en las redes sociales. También quedan con amigos y amigas a través del WhatsApp en la cervecería de la esquina. En ocasiones acompañan su mensaje con una fotografía de una jarra con espumosa cerveza. Promocionan lugares, espacios con WiFi que les permiten beber en silencio al mismo tiempo que mueven los dedos nerviosamente.
A tener en cuenta
Si crees que el informe no muestra la realidad, estás confundido. Puedes comprobar su certeza buscando #cerveza, #birra y similares en servicios de contrastada popularidad, entiéndase Twitter, y viendo el número de resultados.
Descubrirás que la «actividad» es de alto grado. Además no existen visos de que algo vaya a cambiar, todo lo contrario, el móvil acompaña a jóvenes y no tan jóvenes a todas partes. Solo tienes que salir a la calle para comprobarlo, aunque supongo que ya te has dado cuenta y que, tal vez, tu también estés englobado en el numeroso grupo de los móvil dependientes.
Conclusión
Hace ya algún tiempo, cuando la pandemia del coronavirus aún no nos tenía sometidos, fui a ver un clásico de nuestro fútbol en un bar que visitaba habitualmente y ahora, después de que la terrible pandemia se ha debilitado, vuelvo a hacer de vez en cuando.
Recuerdo que nos sentamos alrededor de una mesa varios amigos. En la barra estaba una pareja, chica y chico, cada uno sentado en un taburete y con su móvil en la mano. Se pasaron todo el tiempo sin hablarse y sin mirar a la pantalla del televisor. Su dependencia del móvil estaba clara.