No, no se trata de una frase sin sentido que me acabo de inventar en las últimas horas de una tarde de viernes, cuando el cielo está perdiendo la luz ya que la noche está próxima. Al parecer se ha comprobado que si una persona está deprimida debe oler el sudor que emite una persona feliz.
Según contaban hace más de seis años en Discover, un grupo de científicos creen que han descubierto una manera para que la gente se sienta más feliz, pero su aplicación en la vida real se sale fuera de lo común. Se trata de conseguir un tufillo de las axilas de una persona feliz para liberarse de frustraciones incontroladas.
Lo que acompaña al sudor
Los humanos secretamos en el sudor una serie de productos químicos que reflejan nuestros estados emocionales. Las personas que aspiran ese efluvio recibirán las vibraciones positivas, lo que traerá consigo la consecución de un estado lleno de positividad. Es la conclusión a la que han llegado un grupo de investigadores de los Países Bajos.
Un grupo de hombres fue sometido a una prueba en la que veían tres tipos de vídeos, uno en los que se derrochaba felicidad, otro en los que el miedo era el protagonista, y un tercero que se puede considerar de contenidos neutros, que no transmiten ni felicidad ni miedo.
Oliendo los sobacos
Según nos contaban también en Medical News Today, cada uno de los hombres sometidos al experimento llevaban unas almohadillas en sus sobacos. Se invitó a varias mujeres a que oliesen esas almohadillas, al mismo tiempo se tomó nota de los movimientos faciales de las mismas.
Se comprobó que, cuando olían las almohadillas de los que habían visto vídeos de miedo, su rostro dibujaba expresiones de terror. Lo mismo ocurría con las que correspondían a los vídeos que derrochaban felicidad, pero en otro sentido, las expresiones denotaban un estado feliz.
A tener en cuenta
Según Semin, de la Universidad de Utrech, el científico que dirigió la investigación, esto sugiere que una persona feliz infundirá su estado a las personas que aspiren el olor de sus sobacos. Esto significa que la felicidad alojada en el sudor es infecciosa.
Veremos lo que aún trae consigo esta investigación, si se queda como una simple anécdota, tal como parece, o si alguien la aprovecha para obtener beneficios. Está claro que una persona deprimida no puede andar aspirando los aromas emitidos por los sobacos de personas felices, entonces, una de las posibles ventajas del hallazgo, se centra en la fabricación de productos, tal vez farmacéuticos, que se ocupen de la transmisión de aromas preñados de felicidad. Estaremos atentos.
NOTA: Han pasado, como hemos indicado, más de seis años desde que se llevó a cabo la investigación y, por lo que se vé, el sistema de oler los sobacos de personas que rezuman felicidad no se está utilizando para vencer la depresión. ¿O estoy equivocado?