Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora mayor que tiene dos hijos, uno de 19 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno y tiene una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
– No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo.
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
– «Te apuesto un peso a que no la haces». Todos se ríen. El se ríe.
Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla, Y él contesta:
– Es cierto, pero me he quedado preocupado de una cosa que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a suceder a este pueblo.
Todos se ríen de él, y el que se ha ganado su peso regresa a su casa, donde está con su mamá, feliz con su peso y le dice:
– Le gané este peso a Dámaso en la forma más sencilla porque es un tonto.
– ¿Y por qué es un tonto?
– Porque no pudo hacer una carambola sencillísima, según él preocupado con la idea de que su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo.
Y su madre le dice:
– No te burles de los presentimientos de los viejos porque a veces salen.
Una pariente que estaba oyendo esto y va a comprar carne y le dice al carnicero:
– «Deme un kilo de carne», y en el momento que la está cortando, le dice:
– Mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado.
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar un kilo de carne, le dice:
– Mejor lleve dos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas.
Entonces la vieja responde:
– Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos…
Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor. Llega el momento en que todo el mundo en el pueblo está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde. alguien dice:
– ¿Se ha dado cuenta del calor que está haciendo?
-¡Pero si en este pueblo siempre ha hecho calor!
Sin embargo, dice uno.
– A esta hora nunca ha hecho tanto calor.
– Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor.
– Sí, pero no tanto calor como hoy.
Al pueblo todos alerta, y a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
– Hay un pajarito en la plaza.
Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.
– Pero señores- dice uno- siempre ha habido pajaritos que bajan aquí.
– Sí, pero nunca a esta hora.
Llega un momento de tal tensión para los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
– Yo sí soy muy macho, grita uno. Yo me voy.
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve. Hasta que todos dicen:
– Si éste se atreve, pues nosotros también nos vamos.
Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
– «Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa», y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra, y en medio de ellos va la señora que tuvo el presagio, le dice a su hijo que está a su lado:
– ¿Viste m’hijo, que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?
Esto es lo que en sociología llaman «la profecía autocumplida» o «el efecto Pigmalión».
Por eso:
- No hagas caso del rumor.
- No seas un instrumento para crear el caos.
- Lo negativo atrae a lo negativo
- Sé POSITIVO.
- Tratemos de construir con visión de futuro y no de destruir lo que tenemos.
Si seguimos hablando y pensando en la crisis, indudablemente ésta se hará más fuerte. Pensemos positivamente y tratemos de mantener nuestras mentes siempre positivas, si hemos logrado sobrevivir muchas catástrofes y hemos salido siempre adelante, por qué estresarnos ahora.
El texto anterior está extraído de Crisis mundial… (desde otra perspectiva), de Gabriel García Márquez