Mis hijos ya han pasado de ser bebés hace unos cuantos años, pero recuerdo cuando salíamos mi socia y yo con ellos (primero con el mayor y después con el pequeño, porque no fueron bebés al mismo tiempo). Iban en la silla, dormidos o despiertos, callados, riendo, balbuceando monosílabos o llorando. «¿Qué guapo es?», nos decían amigos y no tan amigos. Los llevábamos al parque, a las cafeterías, al supermercado… Paseábamos por calles y plazas. Hacíamos lo que hicieron y hacen muchas parejas de antes y de ahora con sus hijos pequeños. Es y era lo habitual. Sólo han cambiado los modelos de las sillas y cochecitos.
Lo que nunca nos pasó por la cabeza es llevar a nuestros hijos tal como hace el de la fotografía. ¿Habrá un bebé dentro de la silla de paseo? Creo que sí. Fíjate en la cara del papá (tal vez no lo sea), va pendiente de alguien, el que va dentro, seguro que feliz (aún no es capaz de valorar riesgos), riéndose. Y el adulto responsable sin sentido común orgulloso de su hazaña. ¿A dónde irá? Tal vez a tomarse un vino al bar de la esquina. Ir a pie suponía mucho esfuerzo. Así somos, o mejor, así son algunos.
Imagen obtenida de Daily Picks and Flicks