Todo tiene un fin. Aunque la Tierra sea un espacio inmenso que nos sirve de medio de vida, no podemos cerrar los ojos ante el inmenso desequilibrio que existe entre lo que tomamos y lo que damos. Hoy a las 16 horas y 50 minutos llegamos al déficit ecológico del año 2011 en España. Algo que, no hace muchos años, se producía en el mes de octubre se ha adelantado cinco meses. Hemos gastado más recursos naturales de los que somos capaces de producir en un año.
Y todos tan felices. Sólo nos preocupan los enfrentamientos políticos, las discusiones incontroladas y barriobajeras de algunos programas televisivos, o el partido de fútbol que proclamará el campeón de la Copa del Rey a celebrar mañana. No nos importa que la Tierra deje de suministrarnos vida, deje de ser el pecho que nos amamanta, porque pensamos que aún han de pasar varios años (¿cuántos?) para quedarnos sin alimento, sin energía, sin vida.
España tenía en el año 2007 un déficit ecológico de 3,81 hectáreas por habitante, es decir, la porción de terreno del que obtiene recursos y que no es capaz de regenerar. Pero el desequilibrio se acentúa con el paso de los años. Ahora acabamos de batir todos los records. Y lo peor de ello es que los que deben tomar medidas no las toman porque, como fácilmente se deduce, el tema no les preocupa, sólo les importa el mañana inmediato, el que les produce beneficios personales, que en realidad genera pérdidas en la riqueza natural, la que nos debe importar a todos, la única real. Todo lo demás es ficción.