La razón de que existan partidos políticos es que en la sociedad, en cualquier comunidad política, hay diversidad de intereses y de ideologías. Y el requisito para su existencia es que se reconozca, en la teoría y en la práctica, que el poder reside en la nación o en el pueblo y, por tanto, cualquier ciudadano o grupo de ciudadanos tiene. en principio, posibilidad de conseguir el poder y de ejercerlo.
Si todos los miembros de la sociedad tuvieran las mismas ideas y los mismos intereses, los partidos políticos no tendrían razón de ser, porque sus miembros se agrupan siguiendo la diversidad de unas y otros. Y si el poder estuviera legalmente ocupado a perpetuidad por una persona o institución, tampoco habría partidos, pues su finalidad principal es, justamente, la conquista y ejercicio del poder político, por lo que, de haberlos, serían clandestinos o ilegales.
Los intereses y las ideologías
En efecto, en cualquier sociedad medianamente compleja hay gran diversidad de intereses y de ideologías, y cada grupo procura, o al menos desea, organizar la sociedad y el Estado de acuerdo con los suyos propios.
Son contrarios los intereses de los propietarios de bienes de producción que, lógicamente, desean ante todo obtener el máximo beneficio del capital invertido, y los intereses de los trabajadores que, con igual lógica, desean ganar el máximo salario posible con el mínimo trabajo.
Son también contrarios los intereses de productores y consumidores: aquéllos quieren vender lo más caro posible; éstos, comprar lo más barato que puedan. Dentro de los productores hay también intereses muy distintos: a unos les interesa la libertad de comercio, porque sus productos son competitivos, y otros prefieren la protección estatal para evitar la competencia. Los casos podrían multiplicarse, y basta una observación medianamente atenta de la realidad para comprobarlo.
Lo material y lo cultural
Si de los intereses puramente materiales se pasa a los culturales o espirituales o, si se prefiere, a las ideologías, ocurre lo mismo: que hay posturas diversas, cuando no contradictorias o enfrentadas. Hay quienes proponen como valor fundamental el orden, la disciplina y la eficacia en los asuntos públicos, y quienes propugnan, ante todo, la libertad, la creatividad y la manifestación espontánea de ideales o sentimientos.
Unos prefieren más libertad, de trabajo y de enseñanza, aunque haya más desigualdad, otros anteponen la igualdad aunque sea coartando la libre iniciativa. Y así, multitud de opuestos: sociedad laica frente a sociedad religiosa, legalización o prohibición del divorcio, droga o aborto, neutralidad internacional o alineamiento en un determinado bloque, industrialización a toda costa o subordinada a la conservación de la Naturaleza, etc.
Por otro lado, conceptos que aparentemente tienen un contenido inequívoco son interpretados y entendidos de diversas maneras, como el bien común, el interés nacional o el servicio a la patria.
Conclusión
De la combinación de todos estos intereses e ideologías surgen grupos diversos que, cuando se organizan para alcanzar el poder político, se constituyen como partidos. Pero ello exige que ese poder esté abierto a todos o, por lo menos, a un grupo numeroso de ciudadanos.
En una monarquía absoluta, en que el poder supremo reside en el rey y es ejercido por él, los partidos políticos no tienen razón de ser, porque no hay competencia por el poder. Algo semejante ocurre con las dictaduras, aunque por razones y en circunstancias distintas.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Partidos políticos y democracia. Publicado en el año 1982
Autor: Antonio María Calero