Ya hemos hablado de ella en La hija de Porcia, pero ahora nos referiremos directamente al personaje de El mercader de Venecia, de William Shakespeare. Como sabéis, Porcia tenía tres cofres, uno de oro, otro de plata y un tercero de plomo. En uno de ellos estaba guardado su retrato. Porcia quería casarse. Su pretendiente debía elegir uno de los cofres y, si en su interior se encontraba el retrato, ella se casaría con él.
Diréis, por tanto, que todo era cuestión de suerte para los posibles pretendientes, pero no, Porcia quería un hombre que mostrase su inteligencia, sus capacidades lógicas. Las inscripciones que había en el exterior de cada cofre eran las siguientes:
Cofre de oro: El retrato está en este cofre.
Cofre de plata: El retrato no está aquí.
Cofre de plomo: El retrato no está en el cofre de oro.
Porcia le explicó a cada uno de sus pretendientes que de los tres enunciados, sólo uno era verdad. ¿Qué cofre eligió el que se convertiría en su esposo?
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Solución
Los que no sean capaces de resolver el problema o quieran comprobar si su solución es válida, pueden leer lo que viene a continuación:
Después de mucho pensar y recordar las animadas escenas de El mercader de Venecia, nos hemos centrado en el cofre de Porcia. Si he de ser sincero, me han costado sudor y lágrimas el llegar a la resolución del enigma. He echado mano de mis capacidades lógicas y, tras un profundo esfuerzo discursivo, he llegado a la conclusión que considero adecuada. Esta es:
Analizando los enunciados de los cofres de oro y de plomo, vemos que son opuestos. Eso significa que uno de ellos es cierto. Como sólo uno de los tres enunciados es verdadero, el de plata es falso y por tanto es éste el que contiene el retrato.