Constantemente se menciona al sentido común como algo bueno y deseable (me recuerda al fruto del Edén), tanto en programas de radio y televisión, como en la prensa escrita y no en pocas obras literarias y hasta científicas. Pero, ¿qué es el sentido común?
No pretendo más que dar una explicación «intuitiva», sin pretensiones de definición «filosófica». Todos tenemos cinco sentidos que impresionan nuestra mente. El sentido común consiste en el conocimiento aparente de la realidad tal como afectan nuestra memoria o nuestra conciencia a los sentidos, sin la intervención de la razón.
Sobre el sentido común
Nosotros vemos a la tierra que nos rodea como esencialmente plana, más allá de algunas irregularidades locales del relieve. El sentido común indica a nuestra mente que la Tierra es plana y lo aceptamos como verdad sin más trámite. El Sol parece salir por un punto del horizonte, describe un arco de circunferencia y se pone por el punto opuesto, para volver a salir al día siguiente en un lugar muy próximo al del día anterior.
El sentido común asienta en nuestro conocimiento que el Sol gira alrededor de la Tierra. Todos sabemos que esto no es cierto. ¿Cómo descubrir la verdad? Analizando, razonando, viendo, oyendo, sintiendo más allá de lo evidente. (La lectura de los instrumentos culmina, en definitiva, en una percepción sensible). O sea, agregar la reflexión racional a las impresiones sensibles. Filosóficamente esto se llama «buen sentido», que es la expresión que deberían usar los locutores y conductores de radio y televisión y algunos periodistas y escritores, en lugar de sentido común.
Dicho por Ernesto Sabato
En el siguiente pensamiento de Ernesto Sabato, en el que describe lo que él considera genio, se hace un contraste entre la realidad aparente de los sentidos y la misma realidad analizada a través de la razón:
«Un genio es alguien que descubre identidades entre hechos contradictorios. Relaciones entre hechos aparentemente remotos. Alguien que revela la identidad bajo la diversidad, la realidad bajo la apariencia. Alguien que descubre que la piedra que cae y la Luna que no cae son el mismo fenómeno. Madame Curie no descubrió la ley de la evolución de las especies. Salió con un rifle a cazar tigres y se encontró con un dinosaurio. Con este criterio también sería un genio el primer marinero que divisó el Cabo de Hornos. Si usted sale a cazar tigres y se encuentra con un centauro, también provocará una revolución en la zoología. Pero no es esta clase de revoluciones la que provocan los genios.»
Conclusión
No hace falta ser un genio para ejercer el buen sentido. Es necesario detenerse a comprobar, reflexionar, analizar, pensar; no importa qué autoridad tenga la persona que nos transmitió el conocimiento, no hay que aceptar las cosas por el peso del temor reverencial o la confianza ciega. Verdad hay una sola. Pero la aceptación o el reconocimiento de la verdad es una experiencia personal e intransferible, si se quiere ser una persona con convicciones. No se debe creer, sino estar convencido.