El descubrimiento, en los albores de la Física como ciencia, del comportamiento de la luz, de los fenómenos luminosos, no había resuelto, sin embargo, una cuestión que sirvió de discusión a filósofos y científicos durante siglos, y que iba a continuar siendo motivo de disputa entre los físicos de todo el mundo por muchos años más. Esta cuestión era simplemente conocer la naturaleza misma a la luz, o en otras palabras, averiguar qué era la luz.
La luz para ver objetos
Aunque en la actualidad pueda parecernos extraño, tardó mucho tiempo en ser admitido que la luz era necesaria para ver los objetos. Algunos pensadores griegos llegaban a proponer que nuestra visión de los mismos se debía a una especie de tentáculos invisibles que, saliendo de nuestros ojos, palpaban el contorno de los objetos permitiéndonos así reconocer sus formas.
Sin embargo, los científicos observaron pronto que nuestra visión de los objetos tenía lugar porque la luz procedente de una fuente luminosa llegaba a los mismos, siendo reflejada en ellos de forma que estos rayos luminosos reflejados eran los que, captados por nuestros ojos, permitían conocer las características del objeto en cuestión. El tema era entonces explicar la naturaleza de estas radiaciones que partían de los focos luminosos.
Sobre la naturaleza de la luz
El primer intento de explicación científica sobre la naturaleza de la luz proviene del mismo Isaac Newton, quien suponía que la luz procedente de un foco luminoso estaba compuesta por una serie de pequeñas partículas o corpúsculos que se propagarían por el aire en línea recta a altísima velocidad formando los distintos rayos luminosos.
Al llegar uno de estos rayos a un objeto cualquiera, los corpúsculos que lo formaban rebotarían en él como si se tratase de diminutas pelotas totalmente elásticas, de forma que, al alcanzar nuestros ojos, nos permitirían la visión del objeto sobre el que habían rebotado.
La hipótesis de Newton sobre la naturaleza de la luz era capaz de explicar todos los fenómenos luminosos conocidos en aquel momento, como la propagación rectilínea, la reflexión y la refracción de los rayos luminosos, por lo que, unido al evidente y merecido prestigio de que gozaba el físico inglés, su teoría fue comúnmente aceptada por casi todos los físicos de la época, y aun de muchos años posteriores.
La luz formada por ondas
Aproximadamente en esa misma época, otro físico, el holandés Christian Huygens (1629-1695), había propuesto una teoría contraria a la teoría corpuscular de Newton. Para Huygens, la luz no estaba formada por partículas materiales, sino que se trataba de ondas similares a las que componían el sonido.
Con la teoría de Huygens se podían demostrar igualmente todos los fenómenos luminosos conocidos, sin embargo, su prestigio personal era incomparablemente menor al de Newton, por lo que su teoría fue recogida y aceptada únicamente por un pequeño número de científicos.
De Newton a Huygens
No obstante, el paso del tiempo iba en esta ocasión a contradecir la opinión más generalizada, pues nuevos descubrimientos de fenómenos luminosos como las interferencias o la difracción, difícilmente explicables con la teoría corpuscular, dieron lugar a que un número cada vez mayor de físicos abandonasen las hipótesis newtonianas, que fueron poco a poco siendo olvidadas en favor de la teoría ondulatoria que Huygens había propuesto años atrás.
La confirmación de esta teoría pareció total cuando a finales del siglo pasado el físico alemán Heinrich Rudolf Hertz (1857-1894) produjo, mediante la oscilación de una carga eléctrica, un tipo de ondas, las ondas electromagnéticas, cuya velocidad de 300.000 kilómetros por segundo era exactamente igual a la de la luz.
Conclusión
Tras muchos años de discusión, el problema de la naturaleza de la luz parecía totalmente resuelto; sin embargo, cuando la teoría ondulatoria de la luz era ya comúnmente aceptada, un nuevo descubrimiento iba de nuevo a hacerla tambalear.
En efecto, el mismo Heinrich Hertz, cuyos experimentos habían servido para afirmar la teoría ondulatoria, descubría poco después un nuevo fenómeno, el efecto fotoeléctrico, difícilmente explicable con la misma, y que solo se podría resolver con una nueva teoría sobre la naturaleza de la luz, que se elaboraría a partir de la mecánica cuántica, y que es la que en los momentos actuales consideran como válida todos los físicos sin excepción.
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Los caminos de la Física. Publicado en el año 1981
Autor: Pedro Puigdoménech Rosell