Desde los tiempos en que se inventó el comercio, como una evolución del trueque de mercancías primitivo, los modos de vida cambiaron adoptando diversas formas y modelos. La invención de la moneda trajo consigo un cambio aún más radical. Más tarde, el surgimiento de las entidades de crédito provocó que el sistema, no sólo en las formas de actuar en el campo comercial, supusiese nuevas actitudes y maneras de entender la vida. Ya no es necesario tener dinero contante y sonante para disfrutar de bienes materiales e inmateriales. En principio toda persona o entidad puede (o podía) disfrutar de un crédito que le permita (o permitiese) llevar a buen fin sus intereses y pretensiones.
El sistema de créditos bancarios y de otro tipo supuso un avance que vino y aún viene acompañado de grandes riesgos cuando no va acompañado de un control profundo y exhaustivo. El solicitante de un crédito ha de disponer de medios para devolverlo con los intereses que lo acompañan. Cuando los créditos no se devuelven surge el caos, eso lo sabemos todos. Todo es función de los gastos y de los ingresos, nunca deben superar los primeros a los segundos. Cuando se produce un desequilibrio negativo, las consecuencias son terribles. También lo sabemos todos y lo estamos sufriendo en estos momentos. La cuerda se ha roto y la crisis nos aqueja a todos.
Lo que no tiene mucha explicación es que los gobernantes gasten más de lo que tienen a sus disposición. Ellos debían dar ejemplo y controlar el gasto de las instituciones que dirigen. Es muy fácil pedir dinero prestado (emisión de deuda pública) prometiendo altos intereses, sabiendo que más tarde o más temprano (¡ahora!) se acabará todo, que no se podrán ni pagar los servicios ni los intereses de la deuda (cada vez más altos). Esa forma de actuar desembocará o desemboca (en estos momentos en Estados Unidos) en una suspensión de pagos.
Estados Unidos llegó en el pasado mes de mayo al tope máximo de deuda pública (asumida por inversores particulares, empresas y de países foráneos) permitido por ley, 14,29 billones de dólares. El gobierno de Obama no podrá emitir más deuda sin la aprobación del Congreso. Los republicanos, sus rivales en la cámara, no están por la labor. Ellos quieren que la disminución del enorme déficit que aqueja al país se haga realizando recortes en los programas sanitarios y sociales. Los demócratas de Obama pretenden subir impuestos, sin ponerse de acuerdo con sus rivales políticos. Tienen hasta el próximo martes, día 2 de agosto, para resolver el conflicto. Si no lo hacen, el Presidente y su Gobierno tendrán que declarar una suspensión de pagos, que traería fatales consecuencias no sólo al país americano sino al resto del mundo.
Se perdería la minada confianza que existe. Los tipos de interés de la deuda en Estados Unidos subirían y, por contagio, en el resto de países. La crisis sería más crisis. ¿Quién confiará en que algún día se produzca el pago de los bonos a los inversores? ¿Recibirán estos sus intereses? ¿Se irá el SISTEMA (económico, financiero, político, de gobierno) actual al garete? Algunos llevan tiempo hablando de que dicho sistema no es sostenible, que hay muchos que sin aportar nada viven a su costa, que hay que llevar a cabo un cambio profundo. ¿Ha llegado el momento? ¡Estaremos atentos!
Realmente no contestas a la preguntas, solo dices que todo se irá al garete, ya sabemos que el mundo entero depende de Estados Unidos, pero por ejemplo, que pasará con el dólar?? con las hipotecas? subirá el pan??