Cuando llegamos a una cierta edad, la tendencia habitual es que nos quedemos en casa, sentados en el sillón viendo la tele, dejando que los músculos se anquilosen, y adquiriendo nuevos kilos día a día. Nos convertimos en perezosos y siempre tenemos una disculpa para salir a la calle a andar a paso rápido o a correr (los más atrevidos). Todos sabemos que ambas formas de movernos por calles y caminos es necesaria para la salud. Si queremos conservar nuestro corazón sano, los pulmones limpios y el cuerpo delgado, a pesar del desgaste de los años, debemos realizar una viaje a pie al día, si puede ser no inferior a una hora.
Ejercicio físico, aunque sea andando
La duda surge sobre lo que es mejor para conseguir que nuestro organismo siga funcionando acompasadamente, sin romper el equilibrio. No queremos acumular grasa, ni subir el nivel del colesterol y del azúcar, ni convertirnos en hipertensos… Para conseguirlo, ¿qué es mejor, andar o correr? Los resultados del estudio realizado por un grupo de científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley de California (EE UU), finalizado hace ya más de cuatro años, pueden aclarar nuestras dudas.
Tal como leemos en Muy Interesante, el citado estudio se realizó durante seis años con 15.327 personas que caminan a pie cada día, y 32.216 que se dedican a correr unas cuantas veces por semana. Los resultados muestran que consumimos menos energía andando que corriendo, que las personas que se ejercitan corriendo son más delgadas que las que lo hacen andando. Se ha llegado a la conclusión de que la pérdida de peso y la variación en el Índice de Masa Corporal (IMC) puede llegar a alcanzar un nivel 90% superior en los que corren que en los que andan.
Conclusión
A pesar de ello, yo sigo andando, y presupongo que muchos harán lo mismo que yo, que seguirán andando y no corriendo, que no están dispuestos a vestirse con ropa deportiva y a bañar su cuerpo en sudor. Prefiero mantener el equilibrio sin grandes esfuerzos puntuales, sin tener que consumir grandes dosis de calorías en cortos periodos de tiempo, obligando a mi cuerpo a llegar a la cima del desgaste. Prefiero seguir viviendo, pero tranquilo.