Hace unas semanas falleció Raphael Mechoulam, padre y referente de la investigación sobre el cannabis y sus usos terapéuticos. El químico búlgaro nacido en 1930 ya inició sus estudios con esta planta durante su etapa en el Instituto Weizmann de Ciencias.
En Israel, hasta donde su familia (era judío) emigró en el año 1949, se convirtió en profesor titular de la química medicinal en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Allí creó el Departamento de Productos Naturales, pero antes de esta etapa ya había logrado importantes éxitos, como el aislamiento, elucidación estructural y síntesis total de la molécula A9-tetrahidrocannabinol, el principal ingrediente activo de la marihuana.
Durante buena parte de su carrera científica, los principales intereses que movieron a este experto y a su grupo de investigación fueron los cannabinoides, descubriendo varios de ellos. A su vez, se interesó mucho por esta familia de compuestos y estudió el consumo de cannabis desde los tiempos antiguos.
Sus trabajos con los cannabinoides como el THC, el CBG o el CBD han abierto un mundo amplio de posibilidades en lo referente al cannabis terapéutico o medicinal. Estos compuestos ya están regulados en muchos países. Y hasta la propia Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha iniciado trámites solicitando información a estos territorios, también trabajos de investigación, para estudiar diversas situaciones.
Una labor impagable para eliminar los nubarrones sobre estos compuestos
Mechoulam halló en 1954 el THC, cuyo nombre técnico es tetrahidrocannabinol. Este compuesto es el principio activo más importante de la planta del cannabis. Su labor como científico le llevó a desentrañar qué efectos podía producir sobre el organismo, pero alejándose de los estigmas negativos asociados a las drogas.
En plena década de los 60, en una era marcada por la psicodelia, sus avances impulsaron el conocimiento sobre esta planta y otras sustancias psicotrópicas. El científico búlgaro se puso manos a la obra con este tema desde la perspectiva del investigador, no como consumidor.
Otro de sus logros más importantes fue el descubrimiento del CB1, el primer receptor endocannabinoide; y la anandamida, que es el neurotransmisor que asocia los cannabinoides con los receptores en los órganos de los mamíferos.
Toda una vida dedicada a la ciencia
En unas declaraciones aparecidas en un documental, el científico búlgaro señalaba que la labor de la ciencia es desentrañar temas importantes. Su apuesta por el cannabis era una fórmula de acabar con prejuicios y restricciones legales.
También en una entrevista a la revista THC hablaba sobre la química del cannabis. A diferencia de otras plantas que dan lugar a sustancias adictivas, el cannabis no fue tan conocido a nivel científico hasta mediados del siglo XX.
La morfina ya había sido aislada a partir del opio durante el siglo XIX. Con la cocaína ocurrió algo parecido a partir de las hojas de coca. Mechoulam supo ver que en este ámbito había mucho recorrido científico. De hecho, hasta sus primeras aportaciones apenas había centros de investigación que estudiaran estos temas.
Recuperar la investigación tras más de un siglo en el olvido
No obstante, a pesar de que Mechoulam fue un innovador, el cannabis ya había sido objeto de estudio durante el siglo XIX. El médico irlandés Brooke O’Shaughnessy experimentó en el siglo XIX con varias plantas autóctonas mientras trabajaba en Calcuta, india.
Allí experimentó con el cannabis y el opio. De la primera publicó un artículo titulado “Sobre las preparaciones del cannabis indio o gunjah”. Sus conclusiones fueron que producía felicidad eufórica, sensación de volar, apetito voraz y un intenso deseo afrodisíaco. Además, apuntó a que los derivados de esta planta no curaban enfermedades, pero sí podrían ayudar a tratar síntomas de muchos males.
Más de un siglo más tarde, cuando Mechoulam comenzó con sus investigaciones, afirmó no conocer nada sobre sus efectos y usos. Una de sus conclusiones fue que el THC ayuda especialmente con los post-traumas, el suelo, el apetito y los trastornos de la alimentación. Además, colabora con efectos fisiológicos relacionados con temblores.
Su extensa carrera científica, con decenas de estudios y artículos en publicaciones científicas muy relevantes, le sirvió al búlgaro para obtener importantes premios de ciencia, medicina y fisiología. Además, desde el año 1999 la Sociedad Internacional de Investigaciones sobre Cannabinoides (IACM) entrega cada año el Premio Rafael Mechoulam en investigaciones en cannabinoides.
El gran impulsor del cannabis terapéutico
En 2023, justo el año de la muerte de Mechoulam, se cumple una década desde que Uruguay se convirtiera en el primer país del mundo en legalizar la producción, venta y consumo regulado del cannabis.
Junto a este estado, muchos otros se han sumado a iniciativas similares, especialmente en el campo del cannabis terapéutico. El debate sobre la legalización para este uso y también para el recreativo, está en muchos parlamentos nacionales y sigue siendo alimentado por descubrimientos frecuentes sobre las propiedades de esta planta y sus principios activos.