Nadie lo puede discutir, el ser humano es un ser social, lo sabemos desde siempre. Aunque ha habido algunas excepciones, como, por ejemplo, los anacoretas, que vivían aislados en su columna, la mayoría de los individuos necesitamos contactar con otras personas para intercambiar sentimientos, inquietudes, conocimientos y todo lo que se tercie. Internet es el caldo de cultivo ideal para convertir estas capacidades en la razón de ser de espacios específicos, las redes sociales.
Son muy pocos los asiduos de la red que no tienen una cuenta en Facebook o en Twitter, por sólo citar dos de los servicios más conocidos en el campo de las relaciones. Conocedores de esta tendencia, responsables del Laboratorio Europeo de Biología Molecular en Heidelberg, Alemania, han creado un nuevo sitio, MyMicrobes, con el fin de que sus miembros compartan información sobre su flora intestinal.
El fin primordial es que las personas que tengan una flora intestinal de características similares compartan inquietudes y preocupaciones sobre su salud. Tras registrarse en el sitio tendrán que enviar, además de una información completa sobre su aparato digestivo y sus influencias psicosomáticas, una muestra con sus heces.
Cada miembro tendrá que desembolsar la friolera de 2.100 dólares (unos 1.500 euros) para que los responsables de la red social elaboren una secuencia de las bacterias del intestino de la persona registrada. A partir de ese momento, pondrán al nuevo usuario en contacto con personas que tengan problemas gastrointestinales similares. Tendrá también acceso a unos foros en los que puede formular preguntas y responder a las que plantean otros.
En estos momentos hay alrededor de 120 personas interesadas en el proyecto, pero no todas están dispuestas a pagar tan alto precio por compartir sus dolores de estómago (y demás). Soy de la misma opinión que este grupo de retraídos, pienso que nuestra flora intestinal no puede ser sometida a un proceso mercantil, pero cada uno es libre de hacer lo que quiera. Su dinero y su flora le pertenecen.
Visto en NewScientist