Se sabe desde siempre, no es algo nuevo, que el consumo de alcohol en edades tempranas no beneficia a los que lo hacen, sino todo lo contrario. Hoy son muchos los adolescentes que participan, al menos un día en cada semana, en el conocido botellón. Ello, debido al consumo de alcohol, produce daños en el cerebro que, en muchos casos, saldrán a la luz en la edad adulta, produciendo problemas psicológicos.
Investigadores de la Universidad de Illinois en Chicago han descubierto que el consumo habitual de alcohol en adolescentes, aunque se corte en determinados periodos de tiempo, incrementa el riesgo de padecer estados de ansiedad en el futuro, debido a acciones de programación epigenética anormal.
Los adolescentes no deben consumir alcohol
Subhash Pandey, profesor de psiquiatría en el UIC College of Medicine, director del Centro UIC para la Investigación del Alcohol en Epigenética y autor principal del estudio, ha dicho lo siguiente: «El consumo excesivo de alcohol en una etapa temprana de la vida modifica el cerebro y cambia la conectividad en el mismo, especialmente en la amígdala, que está involucrada en la regulación emocional y la ansiedad, en formas que todavía no entendemos totalmente. Pero lo que sí sabemos es que los cambios epigenéticos son duraderos y aumentan la susceptibilidad a los problemas psicológicos más adelante en la vida, incluso si se detiene el consumo de alcohol en una etapa temprana«.
Los cambios epigenéticos alteran las moléculas de ADN y de ARN, así como proteínas específicas asociadas con los cromosomas que cambian la actividad de los genes sin cambiar los genes en si. Aunque estos cambios son necesarios para la evolución normal del cerebro, pueden verse alterados por factores ambientales o sociales, como pueden ser el consumo de alcohol y el estrés. Ello trae consigo cambios en el comportamiento.
A tener en cuenta
Pandey lo ha dicho claramente: «La exposición al alcohol hace que se produzca una reprogramación epigenética, lo que lleva a cambios moleculares en la amígdala, que son de larga duración, incluso en ausencia de más alcohol. Si la amígdala tiene deficiencias en su cableado o conectividad, y estas modificaciones son de larga duración, el individuo corre el riesgo de tener problemas psicológicos debido a las dificultades para regular las emociones, como la ansiedad o la depresión y el desarrollo del trastorno por consumo de alcohol en el futuro«.
Conclusión
Es evidente que deben, o debemos, ser los padres los que vigilemos a nuestros hijos e impidamos el consumo de alcohol cuando son menores de edad. Ellos dependen de lo que los padres les propongan y les obliguen a cumplir. La educación juega un importante papel en la consecución de estos objetivos.