La técnica empleada para el salto de altura ha ido evolucionando con el paso del tiempo. Para sobrepasar el listón hay que realizar una pequeña carrera y preparar el cuerpo para que vuele verticalmente, con un ligero deslizamiento horizontal. Hoy, la mayoría de los saltadores utilizan el estilo Fosbury, con la que el listón se supera de espaldas. Pero no siempre fue así. En los orígenes de la disciplina olímpica existían dos modalidades, la que se hacía con impulso y la que se hacía sin impulso.
Los estilos, en un principio, no eran muy ortodoxos. En los juegos olímpicos de principios del pasado siglo se combinaban, con matices, las dos modalidades indicadas. El estilo de tijera, inventado por el francés Lewden, recurría a una corta carrera, tras la cual se efectuaba el salto pasando primero una pierna y después la otra, como si de una tijera se tratase. George Horine fue el padre del rodillo costal, en el que el cuerpo, de espaldas, se volteaba sobre el listón. El método se perfeccionó pasándose al rodillo ventral, en el que la espalda se cambió por el vientre.
En los Juegos Olímpicos de México, en el año 1968, Dick Fosbury lo cambió todo. A pesar de su descalificación en dicha prueba, el saltador siguió en su lucha y el estilo, tras perfeccionarse, se impuso a los anteriores. Al menos eso creíamos, hasta que descubrimos, hace ya algún tiempo, el vídeo que os ofrecemos. Es una filmación realizada en una escuela de secundaria de Kenia, en la que dos muchachos utilizan una particular técnica para superar una altura que, como podemos observar, es mayor que la que tienen los jueces y los mismos saltadores. Lo que no podemos saber es en donde están los límites de esta técnica rudimentaria. Lo que está claro es que sus practicantes no conocen lo que Lewden, Horine y Fosbury proporcionaron al salto de altura.