A pesar de todas las negaciones por parte de los responsables políticos y económicos de Alemania, el país también está en crisis. No llega, es evidente, al nivel negativo de algunos de sus vecinos europeos, mejor socios en la UE, pero nadie puede negar que su economía no es boyante. Ahora, tras leer los informes del Instituto de Investigaciones Económicas, asentado en Múnich, se vislumbra un notable declive, una incipiente recesión.
Según el presidente del citado Instituto, la culpa la tiene la crisis del euro, que ya no se centra en países como Grecia, Portugal, España o Italia sino que también ataca al desenvolvimiento económico de Alemania. Algunos advierten de que sólo son nubarrones, que la crisis que dicen que afecta a la industria «todavía no se refleja en la producción, en los pedidos o en las ventas al por menor».
Para que Alemania no se vea afectada han de experimentarse cambios positivos en los países que hemos citado. La depresión europea, si no se produjesen estos cambios, afectaría al país alemán sin esperar mucho. Podría darse un notable debilitamiento económico en el segundo semestre de este año, tal como explican responsables del Deutsche Bank. Una prueba de ello es la pérdida de dos puestos en el ranking de exportadores, pasando del primero al tercer puesto. Esta pérdida podría traer consigo un avivamiento de la crisis en Alemania.
La disminución en las exportaciones se debe a que los receptores de productos (importadores) son, en un cuarenta por ciento, países de la eurozona, en estos momentos afectados por la crisis. Según el profesor Rudolf Hickel, director del Instituto para el Trabajo y la Economía, de la Universidad de Bremen, «en España, Grecia, Portugal o Italia los consumidores tienen cada vez menos dinero en el bolsillo”. Sin demanda no hay ventas, es decir, en el caso que nos atañe, exportaciones.