Las consecuencias que trae consigo la depresión son indescriptibles. Las personas que la padecen sufren un estado con el que no pueden vivir. El pasar la mayoría de los momentos en interiores no es bueno para vencer la depresión. Pensamos que nuestra casa, el piso en el que vivimos, es el mejor lugar. Solo salimos para ir a trabajar en un espacio también cerrado o para recorrer un camino que nos lleve a una cafetería.
Son varios los científicos que se dedican a examinar las consecuencias que trae consigo el pasar notables periodos de tiempo al aire libre, en contacto con la naturaleza, con el campo y con el mar. Está claro que necesitamos la Naturaleza (con mayúsculas) en nuestras vidas si queremos ser felices y disfrutar de una vida saludable.
La necesidad del contacto con la naturaleza
Según un estudio realizado en abril del año 2021, que podemos analizar en Smithsonian, se ha llegado a la conclusión, en diferentes estudios, de que la naturaleza puede cambiar profundamente la forma en que pensamos y sentimos. Es un llamada de atención para todos los que cierran las cortinas y no salen a la calle. Si no se tiene en cuenta el contacto con la naturaleza, la proliferación de los estados de ansiedad y estrés, estarán a la orden del día.
Fueron tres docenas de estudios los que marcaron un antes y un después. En ellos se analizaron los cambios producidos en el cuerpo cuando alguien escucha sonidos naturales, como el canto de los pájaros o el flujo de un arroyo en el bosque. Se producen notables mejoras en la salud física y mental cuando cualquier persona se pone en contacto con la naturaleza, con los espacios y los sonidos.
A tener en cuenta
Los análisis realizados en los distintos estudios fueron diferentes. Así, por ejemplo, en uno se examinaron las diferencias en la respuesta al dolor en individuos, que necesitan aparatos de ventilación, cuando se reproducían sonidos naturales, mientras que otros estudiaron la frecuencia cardíaca, la presión arterial y los niveles de la hormona del estrés cortisol en individuos que escuchaban sonidos de la naturaleza en comparación con aquellos que no lo hacían.
Las conclusiones son claras en todos los estudios: escuchar los sonidos de la naturaleza puede disminuir la presión arterial alta, aumentar la sensación de tranquilidad y calma y, de hecho, reducir los niveles de cortisol que circulan por el organismo. Está claro que se producen cambios físicos y psicológicos, en sentido positivo, cuando los sonidos de la naturaleza están presentes.
Entre los distintos sonidos percibidos se comprobó que el canto de los pájaros es el mejor para aliviar la sensación de estrés, mientras que el agua que fluye por ríos y riachuelos mejora los resultados de salud física además de la sensación de calma.
Conclusión
Cuando nos despertamos por la mañana y escuchamos los sonidos de los coches que pasan por la calle, los gritos que emiten algunos vecinos y otros sonidos, nos encontramos con ganas de cerrar los ojos e intentar seguir durmiendo. Lo mejor es levantarse, desayunar, asearse, vestirse y salir a dar una vuelta por el campo o al lado del mar. Tal vez tengamos que coger el coche, pero no siempre es necesario. Conseguiremos activar una notable llamada al estado del bienestar.