Los visitantes que llegan a la Antártida llevan entre sus ropas semillas polizones. Sin ellos quererlo, no son conscientes, estas semillas caen a tierra y desplazan a las que generan las especies autóctonas. Así uno de los espacios más antiguos, mejor conservados, sin la influencia de la mano del hombre, está perdiendo su singularidad. Una investigación ha demostrado que existe un riesgo potencial para las especies que llevan allí desde el origen de los tiempos.
Steven Chown de la Universidad de Stellenbosch en Sudáfrica ha dirigido esta investigación. Han examinado las ropas, los bastones, los zapatos, las bolsas de las cámaras fotográficas, y han descubierto que alojan una gran cantidad de semillas invasoras. El estudio se hizo durante el Año Polar 2007 – 2008 con 853 visitantes.
Muchas de las semillas eran de especies de plantas propias de regiones frías, ya que muchos de los visitantes del sur del continente habían visitado antes climas fríos. Esto es malo para la prístina Antártida, ya que las plantas adaptadas al frío tendrán grandes posibilidades de sobrevivir. El equipo de Steven Chown ya ha encontrado muestras de esto. Se prevé que el calentamiento global será beneficioso para las plantas colonizadoras y un peligro para la singularidad vegetal.
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