De ello hablamos a continuación, del sexo procreador. No cabe la menor duda de que ésta es la función básica del comportamiento sexual, la procreación. A veces se ha afirmado que éste es el único papel natural y, por tanto, el único adecuado. En lo que viene a continuación trataremos de explicar algunos conceptos relacionados con la procreación.
Licencia de procreación
Una cuestión importante que conviene poner aquí de relieve es que cuando una población alcanza una excesiva densidad de individuos, el valor de la función procreadora del sexo se ve considerablemente reducido. Podemos confirmarlo si leemos información sobre lo que ha ocurrido hasta ahora en China, y aún sigue ocurriendo pero con una disminución de los límites a la hora de tener hijos.
Al final, acaba convirtiéndose en un fastidio. En vez de ser un mecanismo fundamental de supervivencia, se trueca en un mecanismo potencial de destrucción. Esto sucede ocasionalmente con especies tales como los lemmings y ratones campestres, que, cuando las condiciones son excepcionalmente favorables, se reproducen hasta alcanzar una densidad tal que sus poblaciones hacen explosión caóticamente, con una enorme perdida de vidas.
Este es también lo que le está sucediendo en la actualidad a la especie humana, y el animal humano tal vez tenga pronto que enfrentarse a la imposición de obtener una licencia de procreaclón antes de que se le permita engendrar nuevos seres.
Una discusión en sentidos opuestos
No es ésta cuestión que pueda ser tratada superficialmente, y en los últimos años ha suscitado numerosos y agitados debates. Vale la pena contemplar ambos aspectos de la discusión, un ejercicio que ha ido haciéndose cada vez más raro, a medida que los protagonistas se han ido empujando mutuamente hacia posiciones progresivamente más extremas.
¿Filosofía, ética, religión, o biología?
La cuestión básica es: ¿nos atrevemos a interferir el proceso procreador? O, como lo enfocaría el otro bando: ¿nos atrevemos a no interferirlo? Las controversias suelen desarrollarse en un plano filosófico, ético o religioso, pero, ¿cómo aparecen cuando las contemplamos biológicamente?
Estabilidad
Si un grupo humano se opone a las técnicas eficaces destinadas a limitar la procreación, consigue dos ventajas. En primer lugar, engendrará más rápidamente que los grupos que emplean modernos medios anticonceptivos. Al aumentar en número, puede esperar eliminar finalmente a los otros. En segundo lugar, garantizará que sus unidades sociales básicas -los grupos familiares- sean fuertes. Una pareja desposada no es sólo una unidad sexual, es también una unidad parental, y, cuanto más parentalmente ocupada esté, mayor será su estabilidad.
Explosión
Estos son argumentos fuertes, pero también lo son sus contrarios. Los que proponen una anticoncepción eficaz pueden poner de relieve que ya no se trata de que un grupo venza al otro. La superpoblación ha pasado a ser un problema de amplitud mundial y debe ser contemplada como tal. En este aspecto, somos una sola y vasta colonia de lemmings y, si la explosión sobreviene, nos afectará a todos.
Anticoncepcionismo
Por lo que se refiere a la unidad familiar, puede argüirse que la anticoncepción no está creando una actuación antinatural, sino, simplemente, creando de nuevo una situación natural. Antes de que existiesen los cuidados médicos, la higiene y otros medios de seguridad de la vida moderna, puede que la unidad familiar haya producido gran número de descendientes, pero también es cierto que una elevada proporción de ellos se perdían. Lo único que, aplicado moderadamente, hace el anticoncepcionismo es anticipar estas pérdidas a un momento anterior a la fertilización del óvulo humano.
Fuente: Biblioteca de Divulgación Científica Muy Interesante – El zoo humano
Autor: Desmond Morris