Cuando Lovelock expuso su teoría de que la Tierra era un organismo vivo, la comunidad científica mostró su entusiasmo o su desencanto. Unos estuvieron a favor y otros en contra. Aún hoy son varios los que siguen despreciando el pensamiento de Lovelock: «… las condiciones físicas y químicas de la superficie de la Tierra, de la atmósfera y de los océanos se han hecho adecuadas y confortables para la vida debido a las actividades de los propios seres vivos. Esto contrasta con la visión anterior, que mantenía que la vida se había adaptado a las condiciones existentes en la Tierra, y que ésta y la vida habían evolucionado separadamente.»
La homeostasis
La homeostasis es un proceso, propio de los seres vivos, que mantiene una serie de variables para regular, entre otras, la temperatura o la acidez de un líquido. Si por algún motivo la temperatura interna de un organismo aumenta por encima de los límites normales, el sistema de retroalimentación (apoyado en la homeostasis) se dispara para recuperar la temperatura óptima.
En la Tierra también observamos una homeostasis. La atmósfera, a pesar de las alteraciones que producen los seres vivos, trata de mantener una composición constante. Los vegetales, por ejemplo, absorben gran cantidad de dióxido de carbono y enriquecen el aire con oxígeno, a través de la fotosíntesis. La regulación de la salinidad de los océanos y la regulación climática, son otros sistemas homeostáticos.
¿Es la Tierra un ser vivo?
Esta claro que si el concepto de vida queda limitado a la existencia de un ser como nosotros, como una planta o como un animal, no podemos considerar a la Tierra como un ser vivo. Si observamos nuestro Planeta desde el exterior, podemos considerarlo como un gran ser que tiene una esperanza de vida de miles de millones de años. Un ser en el que sus constantes vitales varían con exasperante lentitud. Un ser que mantiene constante su temperatura, que conserva el agua, que mantiene su superficie en movimiento continuo, que recupera su estructura después de acontecimientos traumáticos (terremotos, erupciones volcánicas…)…
Gaia
Si Gaia (la Tierra) no fuese un ser vivo llegaría un momento en que alcanzase un equilibrio que la mantendría sin actividad. A pesar de que lo lógico sería llegar a alcanzar un estado inerte, debido a la estabilidad que promueve todo estado físico – químico, la Tierra mantiene su viveza, lucha por mantenerse como organismo en consonancia con las alteraciones que sobre ella producen los seres vivos que la pueblan.