Desde siempre la humanidad ha demostrado mucho interés por los sueños, lo cual es comprensible porque se trata de fenómenos extraños y fantásticos, a los que es difícil encontrar una explicación plausible. Los conocimientos actuales son escasos y no muy claros, y podrían resumirse diciendo que los sueños (esto es, los fenómenos oníricos), forman parte de la actividad fisiológica del sueño, que en su mayor parte se presentan en la llamada fase REM, que se conocen algunas de las estructuras involucradas, y que su supresión da lugar a trastornos conductuales más o menos intensos. A pesar de esto último, la supresión del soñar parece tener también un efecto terapéutico beneficioso en determinados casos de depresión.
Los sueños y la Ciencia
Mas allá de estos datos, pocas cosas serias pueden decirse sobre este tema. Sin embargo, es evidente que el interés de la humanidad por los sueños estriba más en su interpretación y en su posible significado que en su explicación científica. En este sentido, las teorías que han alcanzado más predicamento son dos. Según la primera, los sueños tienen carácter profético y nos avisan -en general- sobre peligros o acontecimientos del futuro.
Los sueños, las premoniciones y el Psicoanálisis
En algunas instancias se relacionan también con fenómenos premonitorios que acaban o están a punto de suceder. Nadie sensato parece tomarse en serio esta clase de teorías. En cambio, mucho más aceptada es la teoría psicoanalítica, especialmente en las versiones de Freud y de Jung, según las cuales, los sueños informan sobre nuestro presente no resuelto y sobre nuestros complejos inconscientes. Esta teoría se basa en tres ideas. La primera pretende que el contenido del sueño tiene un significado. La segunda, que contienen siempre un deseo de realización. Y la tercera, que este deseo es rechazado por la conciencia y por tanto, debe disfrazarse simbólicamente para poder aparecer.
Fuente | El Cerebro – Juan Masana Ronquillo (Colección Temas Clave – Salvat)