Para comprender y posteriormente intentar dominar, al menos hasta cierto punto, los elementos naturales, es necesario primero conocer los mecanismos que rigen su funcionamiento. El primer paso es establecer claramente la distinción, que no siempre se hace en lenguaje coloquial, entre dos conceptos básicos: tiempo y clima.
En un momento dado puede decirse que Madrid, París y Caracas tienen el mismo tiempo. Por ejemplo, un día con lluvia en las tres capitales da lugar a un mismo tiempo lluvioso. Sin embargo, es evidente que estas tres ciudades no tienen el mismo clima, ni siquiera parecido. Prueba de esto es la diferente vegetación que rodea a cada una de ellas: exuberantemente tropical en Caracas, abundante en bosques y praderas en París, y más bien esteparia y reseca en Madrid.
El clima como determinante del tiempo
Así pues, el tiempo traduce algo que es instantáneo, cambiante y en cierto modo irrepetible. El clima, en cambio, aunque se refiere a los mismos fenómenos, los traduce a una dimensión más permanente, duradera y estable. De esta manera, podemos definir el tiempo como el estado de la atmósfera en un momento y lugar determinados. Y el clima, como la sucesión periódica de tipos de tiempo.
Por tanto, la mejor forma de abordar el análisis del clima sería a través del estudio de los tipos de tiempo, estableciendo sus características, sucesión y articulación habitual a través de las estaciones. En efecto, los seres vivos no perciben aisladamente los distintos meteoros.
Según sople el viento o esté en calma, llueva o no, el sol brille o esté nublado, una misma temperatura ambiente será percibida de forma diferente por los organismos y producirá una vegetación también distinta. Sin embargo, para poder tener una visión completa de los climas a nivel del globo terraqueo, no queda más solución que analizar separadamente los elementos del tiempo. Y también al análisis de estos elementos: temperatura, humedad, presión y vientos. Sin perder de vista los factores que en ellos inciden y pueden modificarlos: latitud, altitud y continentalidad.
A tener en cuenta
En una segunda parte se considera la interrelación de todos estos elementos en cada uno de los dominios climáticos de la tierra y la vegetación a ellos unida, como reflejo más representativo de las características de cada
uno de los regímenes climáticos.
Finalmente se intentan plantear algunos de los interrogantes que sobre estos temas tiene el hombre de hoy: ¿Ha cambiado o está cambiando el clima por causas naturales? ¿Pueden las actividades humanas y la técnica actual modificar el clima? ¿A qué escala? ¿De qué medios dispone hoy el meteorólogo para predecir el tiempo?
Fuente: Temas Clave de Aula Abierta Salvat – Tiempo y clima. Publicado en el año 1980
Autor: Manuel Toharia Cortés.